Sr. Director:
He leído en algunos medios de comunicación social que las dos ginecólogas impulsoras de un manifiesto contra la reforma de la ley del aborto que protegerá la vida de los pacientes fetales se dedican al diagnóstico de malformaciones congénitas y, de prosperar la iniciativa de Ruiz-Gallardón, verán sustancialmente reducida la demanda de los servicios que prestan en clínicas privadas.

Una prueba más de que tras la retórica abortista se esconde principalmente el interés económico de la siniestra industria que rodea al abortismo.

Lluis Esquena Romaguera