Pablo Isla ya es su presidente. Amancio Ortega permanece como consejero en la compañía. Más de 100.000 empleados en cerca de 100 países consagran el modelo de negocio: el I D se queda en España, en Arteixo. Eso sí, Rajoy se queda sin ministro de Economía. El problema de Inditex: la expansión internacional no es controlable

Inditex, la empresa textil con sede en La Coruña de la que Amancio Ortega posee el 60%, es un caso único. En medio de la mayor crisis que vieron los siglos, marcha viento en popa, sigue ganando dinero, ampliando el negocio y creando puestos de trabajo, ya superados los 100.000 trabajadores (aunque sólo la mitad en jornada completa).

¿Cuál es el secreto? Podríamos resumirlo en las siguientes notas:

1. Unir producción y distribución.

Ésta es la clave. Si se observan otros sectores, no sólo textil sino, por ejemplo, alimentación, se observa que se ha partido producción y venta. En Inditex no: produce lo que vende y vende lo que produce.

2. El i D es local, la distribución mundial. En definitiva, Inditex es una empresa que no deslocalizará nunca -salvo los problemas accionariales de una familia-. La clave de una empresa textil es el diseño. Pues bien, el diseño de Zara está en Arteixo, en los alrededores de La Coruña. Y ahí quiere seguir. Conquistar el mundo sí, pero desde Arteixo.

3. No endeudarse jamás. Invertir con fondos propios. Este punto es esencial.

4. Atención a lo que pide el cliente, aunque a medida que ha crecido el grupo esto ha sido más difícil de aplicar.

5. Hacer lo que se sabe hacer. Inditex diversifica, sí, pero piano, piano.

En cualquier caso, está claro que los dos puntos primeros forman el nervio de Inditex.

Ahora, la empresa gallega y planetaria, Inditex entra en la venta por Internet. Prueba de fuego porque el comercio electrónico -que no salga de la provincia- es un desastre en todo el mundo. Avanza a paso de tortuga.

La Junta de Accionistas celebrada el martes 19 en Arteixo supuso que Pablo Isla sucede a Amancio Ortega como presidente. Le costó dar el paso al hombre más rico de España por la sencilla razón de que su sueño era que su hija Marta le sucediera en la Presidencia aunque fuera en calidad de líder no ejecutiva Pero no pudo ser: no está preparada e incluso hay dudas de si desea estarlo. Por tanto, Isla se convierte en presidente ejecutivo y no habrá consejero delegado. Pero la empresa marcha de cine. Sin duda, la mejor empresa de España en el momento presente.

Con la empresa en velocidad de crucero, Isla afronta dos retos: ganar en servicio en las tiendas (las empleadas de Zara y marcas gemelas no se caracterizan por su afabilidad y predisposición) y decidir cuál será su política de Responsabilidad social corporativa.

La Junta de Accionistas, además, puso de relieve el carácter de Isla: guante de hierro en puño de seda. Por decir algo, las intervenciones de dos 'miembras' de la ONG Ropa Limpia (digo 'miembras' por su obsesión, ligeramente plomo, de citar los dos géneros a lo largo de todo su parlamento, que se estiró incluso más de lo debido por esta causa) y del representante de Comisiones Obreras, ocuparon más tiempo que el discurso del presidente Isla. Emilio Botín, desde luego, les hubiera quitado el micrófono. Él no. Escuchó con paciencia, mucha paciencia, y respondió a las dos inacabables intervenciones con toda la paciencia del mundo. Y concretando, lo cual le honra.

Las cosas van tan bien que Isla se preocupa ahora de la responsabilidad social corporativa, ya saben, devolverle a la sociedad algo de lo que la sociedad ha dado a las empresas. Para mí que el mapa que ha planteado es demasiado amplio. Desde las aportaciones tópicas a los programas de Naciones Unidas -¡qué peligro!- o de ONG a las que la sobra la "n", como Medios sin fronteras, una de las organizaciones presuntamente filantrópicas que más promueve al anticoncepción y el aborto (con control médico, por supuesto).

Por lo demás, Inditex se enfrenta al problema de la globalización. La asociación Ropa Limpia, repitiendo los adjetivos en género masculino y en género femenino, tardó un montón en explicarnos la explotación laboral en Camboya, Bangladesh o Marruecos, pero, al final, supimos de una explotación que, en efecto, no debe ser admitida. El problema, claro, es que una empresa que opera en un país debe cumplir las leyes de ese país. Este es el problema de la globalización. Los salarios vergonzantes en estos países no sólo atentan con tal dignidad humana sino que refuerzan la tiranía. A ningún tirano le agrada que venga una multinacional extranjera y rompa el statu quo de la miseria donde asienta su tiranía.

Eso sí, con la coronación de Isla como presidente de Inditex-Zara, Mariano Rajoy se ha quedado sin vicepresidente económico, pues Isla encabezaba la lista de candidatos. Pero Ortega le ha atado con acciones. Desde hoy, Isla posee acciones de Inditex por valor de 13,5 millones de euros, lo cual me resulta muy molesto porque hay fines de semana que no los gano.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com