- El Gobierno sostiene que la participación ha sido inferior a la de 2010, mientras los sindicatos la estiman en un 77%.
- Rossell (CEOE) señala que el día ha sido muy soleado: la bajada del consumo energético adquiere menos importancia a la hora de valorar la incidencia de la huelga.
- Un piquete entró en un bingo y se llevó 2.000 euros.
- La huelga triunfa en el sector de la construcción y la industria, los sectores de mayor implantación sindical.
Los Sindicatos no están tan contentos como dicen. Lo revelaba el tono del líder de UGT, Cándido Méndez (en la imagen junto al de CCOO, Ignacio Fernández Toxo) al mencionar casi al principio de su discurso lo mucho que había que agradecer a los ciudadanos el haber renunciado a un día de sueldo. Han sido menos de los que esperaban los que lo han hecho. Sólo muy avanzada su intervención se atrevió a calificar la huelga como un éxito democrático.
Visto lo visto da la impresión de que la huelga sólo ha conseguido sus objetivos en el campo de la automoción, con casi todas las fábricas cerradas o sin producir, y con algunas salvedades, en el ámbito de los medios de comunicación. Impresionaba ver Telemadrid, Canal Sur, Canal Nou y TV3 con cartas de ajuste o avisos sobre el funcionamiento de los servicios mínimos.
En líneas generales, como ha señalado la ministra de Empleo, Fátima Báñez, la huelga parece haber obtenido un menor poder de convocatoria que la del año 2010. El principal indicador, el del consumo energético, se cifraba sobre las doce del mediodía en un 17,7% inferior al de la huelga anterior. Pero aún hay más. Joan Rosell, máximo dirigente de la CEOE, muy conciliador en su intervención- incluso con los sindicatos, sin querer poner el acento ni valorar la actuación de los piquetes- ha señalado un dato incuestionable. El 29-M ha sido un día especialmente soleado, con lo cual el consumo eléctrico ha sido mucho menor por causas naturales.
Por su parte, los sindicatos celebran el impacto del paro con la boca demasiado chica, como si pusieran su esperanza en las movilizaciones sociales y en la macromanifestación, a la que irá mucha gente que no ha tenido oportunidad de hacer la huelga porque no tiene trabajo, como señaló esta mañana Méndez. Báñéz lo ha dejado claro: la agenda reformista del Gobierno es imparable, no hay marcha atrás.
Los principales incidentes se han producido esta madrugada con los piquetes en la salida de los autobuses, como en las cocheras de Fuencarral, en Madrid, donde se ha producido una batalla campal. En la estación de Atocha se increpaba a los empleados de los bares que cumplían con su trabajo. Ha habido numerosas detenciones, pero la huelga, y en eso han coincidido Gobierno, sindicatos y patronales, ha transcurrido con normalidad. Que se hayan cumplido todos los servicios mínimos y en algunos casos se hayan superado -en Palma de Mallorca apenas ha habido vuelos cancelados- permite augurar que la huelga no ha triunfado.
Los sindicatos han quemado sus naves con demasiada premura. Han triunfado en sus feudos de siempre: la industria pesada y la construcción, y han fracasado en el ámbito del comercio pese a los altercados en Mercamadrid y Mercabarna entre camioneros y piquetes, oportunamente resueltos por las fuerzas policiales. El hecho de que un piquete entrara en un bingo en Barcelona y se llevara 2.000 euros ha puesto la nota anecdótica y patética a una jornada, que en palabras de los líderes de la patronal, hay que olvidar lo antes posible. Lo que más le preocupa a Rosell es la imagen que podemos estar dando fuera de España.
Sara Olivo
sara@hispanidad.com