Mi admirado Luis María Ansón camina por senderos sin desbrozar. Desde las páginas de El Mundo arremete contra el golpe de estado de Honduras.

Con esa vulgaridad ilustrada, de retranca puñetera, estilo al que acceden más bien pocos. Y arremete con ganas: De nuevo los militares irrumpiendo en una residencia presidencial.

Pero hombre, don Luis María: dime quién te apoya y te diré quien eres. ¿No le hace sospechar a usted que los apoyos del depuesto presidente Zelaya han sido el ecuatoriano Correa (en mi opinión, el más peligroso de todos porque es el que parece más tratable), el sandinista Ortega, el bolivariano Chávez y el indigenista Morales, amén del tirano Castro?

Que no, que no: que Gobierno democrático no es aquel que es elegido democráticamente sino aquel que respeta los derechos de la persona y que al dictador siempre se le reconoce por la misma tendencia: mantenerse en el poder indefinidamente. Eso es lo que pretendía Zelaya, por muy democrática que hubiera sido su elección de tres años atrás. Créame, maestro, en el sigo XXI, el termómetro para medir el amor a la libertad de un líder o la pureza democrática de un líder político, consiste en la imitación de mandatos a los gobernantes.

Por otra parte, don Luis María: repara usted más en la forma que en el fondo -algo impropio de su maestría- y les hace un gran favor a este nuevo tipo de archi pámpanos, los dictadores democráticos, es decir, aquéllos que utilizan el sistema de libertades para guillotinar la libertad, desde Hitler a los modernos fundamentalistas islámicos. Porque, vamos a ver: sin desear ninguno, prefiero un golpe militar a un golpe de milicianos: Se horroriza usted, don Luis María, por ver a los militares asaltar la Presidencia del Gobierno pero ninguna cancillería dijo nada, usted tampoco, cuando los partidarios de Zelaya -a los que sólo faltaba dotar de armas para convertirlos en milicianos, es decir, en paramilitares- asaltaron un cuartel para realizar una consulta privada, no por los militares o por la oposición, sino por tribunales hondureños? Recuerde usted la II República Española, régimen democrático convertido en autoritario, tiránico y homicida por los milicianos socialistas, comunistas y anarquistas.

Cuidado con los dictadores democráticos: son los peores. Occidente, don Luis María, se está comportando con estos dictadores igual que se comportaba en los años setenta y ochenta del pasado siglo con el comunismo, que entonces parecía imbatible. Dureza con los escasísimos regímenes de extrema derecha que andaban por el mundo y blandenguería sin límites con un comunismo cuya osadía dependía del aburguesamiento de Occidente, incapaz de crear en los valores cristianos que lo fundaron. Menos mal que un cura llamado Karol Wojtyla y un electricista llamado Lech Walesa decidieron llamar a la cosa por su nombre y tumbaron con su fe, su palabra y su sacrificio a la mayor tiranía que vieron los tiempos.

Fue usted, don Luis María, uno de los pocos que entonces se atrevió a bramar contra los terminales soviéticos en la prensa occidental: ¿ya no se acuerda?

Por lo demás, los militares hondureños han devuelto el poder a los políticos en 24 horas. Ahora, lo que tienen que hacer esos políticos es muy sencillo: reformar la Constitución sí, pero en sentido opuesto al que pretendía Zelaya: ratificar la limitación de mandatos a ocho años en el poder, ni uno más.

Y en España, Zapatero debería hacer lo mismo, más que nada para superar su tentación de perpetuarse en Moncloa. Porque ZP resiste muy mal a la tentación.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com