La actual legislación sobre el matrimonio es gravemente injusta responde a la obligación de describir una realidad dramática que afecta a los fundamentos mismos de la convivencia.
Pienso que son múltiples los mecanismos que ofrece la democracia y muchas las vías de participación ciudadana. Aquellos que defendemos el matrimonio "matrimonio", que nos desplazamos hasta Madrid para pedir no se aprobara la actual ley, no podemos quedarnos parados. No podemos permanecer impasibles.
La respuesta, que no puede ser sólo política, también necesita proyectarse en ese ámbito. La invitación a los políticos a que actúen guiados por la razón y por una recta conciencia, no debería caer en saco roto.
La responsabilidad es de todos, especialmente de quienes tienen el deber delegado de gestionar el bien común de la sociedad. No es bastante, pero espero que esta carta, con la que pretendo poner mi grano de arena, sea leída por muchos de los que tienen capacidad de decidir.
JD Mez Madrid