¿Acabó con la crispación la reunión entre Mariano Rajoy y Rodríguez Zapatero como aseguran los comentaristas políticos? No lo sé, pero no me parece ni bien ni mal. No pasa nada porque los políticos se crispen -así salen de su modorra habitual, mientras no crispen a la ciudadanía.

Era lógico que la anterior fuera una legislatura crispada, pues los socialistas habían llegado al poder gracias a 193 (siempre cuento al nonato de la mujer embarazada asesinada, tan persona como el resto de las víctimas mortales) asesinados. Es la evidencia que un personaje de honduras siniestras como el Bambi ZP ha intentado ocultar durante cuatro años: que hasta el 11-M de 2004, nada menos que 22 encuestas daban por ganador al PP y ni un sola al PSOE. Ahora, con perspectiva casi histórica, podemos concluir que si a la crispación contribuyeron los perdidos en la teoría de la conspiración, mucho más contribuyó la hipocresía de ZP, empeñado en hacernos comulgar con ruedas de molino, empeñados en hacernos creer que fueron unas elecciones "normales" y que no llegó a la Moncloa aupado sobre 193 cadáveres -independientemente de que el PP mintiera o no- y, además, obligado a modificar sus alianzas internacionales, para mantener la precipitada retirada de tropas de Iraq y, de puertas adentro, resucitando las dos Españas y el odio cainita de la II República de 1932-39, en que aún vive mentalmente este prodigio de modernidad que tenemos por presidente del Gobierno.

Claro que ha habido crispación, pero lo peor de la crispación es el enfrentamiento civil entre la izquierda y la derecha que todos, también el socialista Felipe González, habían contribuido a apaciguar con el olvido.

Y, como en 1936, los ataques a la fe del pueblo español, por un insensato y recalcitrante comecuras y su política del caca-culo-pedo-pis (aborto-gaymonio- divorcio express-eutanasia), es lo que realmente ha crispado a la sociedad.

Por tanto, la reunión de Moncloa entre Zapatero y Rajoy, esa que los comentaristas políticos consideran la noticia del verano y la apertura de una nueva época, servirá para tranquilizar a la clase política, pero no a los españoles.

Y se trataba de eso, ¿verdad? Los políticos, cuanto más crispados, mejor: así hacen menos daño.

Eulogio López

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