Como en su anterior largometraje, Cuando vuelvas a mi lado, la directora Gracia Querejeta vuelve a alumbrar un drama emotivo que tiene como eje una familia. Héctor es el nombre de un adolescente de 16 años que ha perdido a su madre en un accidente de coche. Su tía Tere (hermana de su madre) le recibe con los brazos abiertos en su modesto hogar. En él,  Héctor empieza a saborear las mieles de lo que supone tener una familia auténtica, en la que todo se comparte: las alegrías y las penas. La llegada del padre desconocido, desde el otro lado del océano, obliga a Héctor a decidir sobre su futuro.

 

     La película de Gracia Querejeta, escrita por la propia directora y David Planell, habla de las encrucijadas que encontramos en la vida, de problemas familiares y laborales, de amor maternal bien entendido… La directora, además, ha elegido el camino más difícil para contar el pasado. Ha rehuido los flash-backs y ha narrado el origen de los hechos linealmente, a través de un relato perfectamente engrasado.

 

     La película rebosa en sensibilidad y emoción. Como novedad, y al contrario que en la mayoría de las producciones actuales españolas, la figura del sacerdote de barrio que aparece en la película está tratada con respeto y bastante simpatía (por cierto, magníficamente encarnado por Pepo Olivo).

 

     Un reparto "en estado de gracia" han dado como resultado que, en el recién clausurado Festival del Cine Español de Málaga, Héctor se alzase con el mayor galardón (la Biznaga de Oro) y el premio a la mejor interpretación femenina para Adriana Ozores. Les aseguro que la película se merecía ambos premios.