Sr. Director:

A la vista del malísimo panorama político y electoral, bastante peor todavía si cabe que hace 4 años, ésta es la pregunta que desde el interior más me surgía de cara a estas elecciones del 9 de Marzo. Pregunta desde la perspectiva de la influencia católica en la vida política, que ya es mínima. En la respuesta que me puedo dar no sólo influye todo lo que muchos sabemos (simplemente quien quiera estar un poco informado y esté libre de prejuicios) sino mi vida de fe  y de conocimiento de Jesucristo (no queriendo presumir de ello), los comentarios políticos que desde hace ya bastante tiempo oigo a gente que en teoría defiende los mismos postulados y mi experiencia desde dentro de uno de esos partidos minoritarios que defiende todos los principios católicos no negociables.  

La respuesta que me doy es que, siendo realistas, humanamente no hay esperanza de que se vaya a mejorar la malísima e inaceptable situación en la práctica política de la defensa de los dos de los principios no negociables más importantes que nos recalca el Magisterio de la Iglesia (junto con la libertad religiosa, en mi opinión), el valor sagrado de la vida humana y la defensa de la familia.

A esto estoy seguro que nos ha llevado entre otras cosas la mala práctica del voto útil, del mal menor y la dejación del voto en conciencia que entre muchos católicos se ha dado. En esto totalmente de acuerdo con el director de este diario. Pero añado: también a esto nos ha llevado la falta de unión de la que hemos hecho gala los católicos que más o menos participado algo en la vida pública o influimos algo en ella.

Tanto a nivel del apoyo a partidos que en teoría defienden los principios cristianos como en nuestra actuación dentro de esos partidos. En mi opinión no se nos puede tomar en serio cuando es mayor o al menos semejante el rechazo que el apoyo inicial a esos partidos desde la Iglesia y/o círculos cristianos más representativos y cuando, para colmo de los colmos, seguimos divididos en partidos diminutos que cosechan poquísimos votos después de unos años del despertar de esta sensibilidad desde fuera del PP y viniendo desde el total desengaño hacia este partido "democristiano".

Un observador imparcial diría que no serán tan importantes esos principios cuando seguimos divididos a ver quién es más de "izquierda", quién es más solidario, quién es más confesional o a ver quién defiende mejor la unidad indisoluble de España. ¿Qué posibilidad hay de llegar a significar algo en un futuro teniendo en cuenta además la penosa Ley Electoral? Todo esto agranda ahora mismo infinitamente las posibilidades y justificación incluso en conciencia del "voto útil" por la vía del mal menor.

Teniendo en cuenta la comentada división social-cristiana y a nivel de partidos ¿es la solución, Sr. Director, la destrucción del PP? Yo no iría al entierro ni me compungiría pero ¿cuántos entonces votarán de acuerdo a sus principios? ¿Muchos más que ahora? ¿Cuántos de los que son votantes en el PP, y, vayan o no a misa, creen en el libre mercado más que en nada y no les importa ser o parecer "progres" en las cuestiones para nosotros fundamentales? ¿Se unirían entonces los pequeños partidos como no lo hemos hecho hasta ahora? ¿No vendrá la regeneración de la política desde la regeneración de la sociedad debido a una mucha mayor vida de fe y no al revés como parece que usted cree a pies juntillas?

No, sus juicios a este respecto me parecen muy ligeros y por tanto impropios de la valía que a usted le reconozco. Asumámoslo, los bautizados o incluso los católicos practicantes influyen e influirán (a corto plazo al menos) muy poquito con su voto para regenerar la situación política en la que estamos. Y ahí tiene unos argumentos con mucho peso.

Y sintiendo otra vez no estar de acuerdo con la línea de este diario, respecto al momento concreto que vivimos conviene reflexionar y rezar más profundamente. Parece que la voluntad del partido del Gobierno puede pasar por restringir mucho la libertad religiosa (ahí está el proyecto de Ley de Cultos en Cataluña, espejo de Mr. Z), aniquilar la libertad de de conciencia, de pensamiento y de educación e introducir de forma totalmente legal el aborto y la eutanasia.

Esto, junto con el "bluf" de los partidos minoritarios antes comentado, configura un panorama distinto, por lo tremendo, del de hace 4 años. Se hace preciso escuchar muy mucho a la prudencia y al sentido de la responsabilidad hacia las vidas de los demás para votar en conciencia en plenitud. Lo siento, pero es bastante más comprensible (hace 4 años para mí no era nada comprensible) que un cristiano bien formado e informado y que vote en conciencia lo haga al PP. Eso sí, con la nariz tapada, el estómago encogido y el vientre revuelto. Si no va así no le voy a juzgar pero debería preguntarse porqué.

Gregorio Mascaraque Peño

gregomp@gmail.com