Personalmente creo que fue un acto de honradez casi exagerada el que precipitó la era de cinismo en la que vivimos. El acto de honra corrió a cargo de la presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Pilar Valiente, quien presentó la dimisión como presidenta del Organismo regulador por el caso Gescartera. Con ello, un acto que dice mucho de su honradez y poco de su astucia, quería que la institución no resultara afectada, pero su sacrificio despertó muchas mentes dormidas. Quiero decir…
Dejando a un lado la coña del viejo aforismo (Nunca dimitas: corres el riesgo de que te acepten la dimisión) Valiente no tenía por qué dimitir: fue ella, precisamente, quien sacó a relucir el caso Gescartera y quien lo llevó a los tribunales. Pero en materia de escándalos, las cosas no son lo que son, sino lo que parecen, y para el común de los mortales, dimisión de la presidenta era la demostración inequívoca de su culpabilidad.
Desde entonces, aquí no dimite nadie. Así te pillen con las manos en la masa, se trata de lanzar una frase redonda a la par que retorcida como una viruta, que a ser posible no diga nada, y luego negar la realidad y aplicar el otro aforismo del hombre público: Siempre que llueve escampa. O mejor: quien aguanta, gana. Porque se trata de ganar, claro está, no de ninguna otra cosa. De hecho, la dimisión de Valiente le vino de perlas a Rodrigo Rato, entonces vicepresidente económico. De esta forma, los populares ya tenían una cabeza que entregar a la excitada oposición.
Buena prueba de que en la época del cinismo no se debe dimitir jamás es que el vicepresidente económico, Pedro Solbes, al que a partir de ahora ya no habrá que llamar el Chino, sino "el chino malicioso". Su alusión a Valiente –en sede parlamentaria- para intentar lavar su papelón en CNMV, fue muy poco elegante, pero sobre todo muy miserable. Si el popular Rato utilizó a Valiente para librarse de la quema, los socialistas no perdonan a la inspectora que fuera quien realizara el informe Filesa, con el que empezaran los escándalos del Felipismo.
Ahora Valiente explica su postura, en una carta -publicamos la versión completa- enviada a la prensa, pero lo que ha quedado claro es que, tras Gescartera, aquí no dimite nadie. Ojo, ni dimite nadie ni se pone límites a los mandatos. Eso es un pésimo ejemplo.
Eulogio López