- El plan incluye hotel, viviendas de lujo y un centro comercial anexo, a 50 metros de la Puerta del Sol.
- Y lo hace de la mano de Villar Mir, que ha comprado la sede a Emilio Botín por 215 millones de euros.
- Otro negocio entre OHL y Santander que llevará a olvidar el que fue el último despacho del todopoderoso banquero Mario Conde.
La multinacional canadiense Four Seasons va a tener, por fin, presencia en nuestro país. Aunque la operación todavía está pendiente de los últimos flecos, fuentes del sector aseguran que está prácticamente cerrada. De esta manera, la cadena hotelera de lujo instalará su buque insignia en la antigua sede de Banesto, en el corazón de Madrid.
Además, el proyecto incluye viviendas de lujo -también gestionadas por la multinacional- y un centro comercial anexo. Y todo a escasos cincuenta metros de la emblemática Puerta del Sol.
Para llevar a cabo el plan, la empresa de Juan Miguel Villar Mir, invertirá unos 500 millones de euros. Eso después de haber pagado 215 millones de euros a Emilio Botín por los edificios situados en los números 6, 8, 10, 12 y 14 de la calle de Alcalá, el inmueble del número 7 de la Carrera de San Jerónimo y el del número 1 de la plaza de Canalejas. Según el acuerdo, el Santander seguirá ocupando el complejo como máximo durante cinco meses, sin necesidad de pagar renta ni contraprestación alguna.
En definitiva, estamos ante otro negocio de los dos cántabros -Villar Mir nació en Madrid pero es de origen cántabro-, que sin duda llevará, con el tiempo, a olvidar el que fue el último despacho del entonces todopoderoso banquero Mario Conde, protagonista de una de las anécdotas más sonadas de aquélla época.
A saber: Conde, a su llegada a Banesto, instaló su despacho en la habitación que daba a la esquina principal del edificio. Y lo hizo con todo tipo de lujos, mármoles verdes incluidos. Pero el mega despacho tenía una pega: para llegar a los ascensores, Conde tenía que andar hasta la parte central del edificio. Además, compartiría ascensor con el resto de personal. Inconcebible.
Ante esto, propusieron instalar un ascensor en el mismo despacho, pero había un problema: la cámara acorazada del banco -entonces, una de las más importantes de España- estaba justo debajo. "Pues se cargan la cámara acorazada, porque D. Mario tiene que tener ascensor propio". Dicho y hecho.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com