La cosa comenzó el 11-M en Madrid. Los terroristas consiguieron con su matanza cambiar el Gobierno y la política españoles, y precipitar el efecto dominó que puede terminar con la coalición internacional que opera en Iraq. Más tarde, otros países se plantearon abandonar ante las presiones del chantaje terrorista. Italia aguantó y lo mismo Corea del sur, a pesar de que algunos de sus ciudadanos fueron asesinados ante las cámaras de todo el mundo. Sin embargo, Filipinas, que apenas había destacado 51 soldados en Iraq, ha cedido. En la mañana del martes, el Gobierno de Manila advertía que "en respuesta a la exigencia del grupo Ejército islámico en Iraq, el Gobierno filipino va a retirar sus fuerzas humanitarias de Iraq rápidamente, en cuanto concluyan los preparativos necesarios para su regreso a Filipinas". Toda una victoria para los terroristas, que presumiblemente liberarán ahora al ciudadano filipino que mantiene como rehén.

Claro, que no todos dicen lo mismo. Así, el presidente de El Salvador, Elías AntonioSaca, anunció que su país enviaría un tercercontingente de tropas a Iraq, tras reunirse en la casa Blanca con George Bush.

Por otra parte, el Gobierno provisional de Bagdad, ha pedido a todos los países presentes en su país que no retiren sus contingentes militares.