El presidente del BBVA, Francisco González (FG), tiene un discurso. Uno solo. Allá donde va te lo suelta. Es el caso de este lunes en un almuerzo de trabajo organizado en un céntrico hotel madrileño. Volvió a reiterar la necesidad de una nueva arquitectura del sistema financiero que refuerce la regulación y la supervisión, incremente la coordinación y los estándares internacionales y recorte el riesgo de fragmentación. Eso sí, evitando los riesgos proteccionistas y asegurando que el mercado sigue siendo la base. Es decir, no a la sobrerregulación ni a una fragmentación del mercado que distorsiona la libre competencia, perjudica a las entidades prudentes y genera ineficiencias.
Y tras la receta, la épica. FG considera necesario que los mercados tengan incentivos adecuados para favorecer los principios de transparencia, prudencia y buen gobierno. Su filosofía es primero los principios y luego las normas. Incluso aprovechó para meterle un rejón a la banca internacional: no debemos caer en la tentación, mayoritariamente anglosajona, de buscar los agujeros de la ley.
La anécdota del almuerzo se produjo cuando FG saludó a Trichet en un inglés casi tan pulido como el de Emilio Botín. No se debía de sentir muy cómodo porque cometió el error de afirmar que Trichet había sido por dos veces gobernador del Banco de España.