El apalancamiento del Grupo continúa disparado. La orden de venta de aeropuertos en Reino Unido no puede llegar en peor momento. Los recursos propios sufren. La división patrimonial entre los cinco hermanos ha dañado su estado patrimonial. El origen de los actuales problemas de las constructoras españolas es siempre el mismo: la ambición les llevó al apalancamiento y éste a los agobios de liquidez.
La decisión de la Comisión de Competencia británica, que obliga a Ferrovial a vender los aeropuertos de Gatwick y Stansted, así como el de Glasgow o Edimburgo, a elegir, además de mejorar Heathrow, ha resultado un verdadero mazazo para el líder de Ferrovial, Rafael del Pino Clavo Sotelo. Sobre todo, porque no es momento de vender nada, salvo que se quiera vender a precio de saldo.
Y tampoco es tiempo de inversiones, especialmente cuando la autoridad aeroportuaria británica (CAA) continúa congelando o cuasi congelando tarifas.
La deuda de Ferrovial -aunque la mayoría sin recursos al accionista- roza los 29.000 millones de euros, la más elevada de todo el sector. Se compró BAA en libras y sin especiales coberturas y ahora vienen las vacas flacas.
Pero el problema no es ese. Si se estudian las cuentas remitidas a la CNMV, la situación de Ferrovial podría resumirse así. Con un plantilla de 106.000 personas han declarado pérdidas de explotación por 838 millones de euros. Pero los recursos propios del 2007 eran 3.912 millones de euros. Si le quitamos las pérdidas estamos en 3.074 millones. Sin embargo, la compañía declara en 2008 fondos propios por valor de 1.569 millones de euros. Es decir, que han volado 1.505 millones más de fondos propios.
En esa tesitura, los asesores de Del Pino le aconsejan aquello de Zapatero a tus zapatos, que vuelva a la construcción y se deje de aventuras. Lo malo es que esa vuelta es difícil, la separación patrimonial pactada en vida de Rafael del Pino Moreno, con Fernando y Joaquín independizados de sus hermanos, y dedicados a adquirir cincos por ciento, de empresa como el Banco Pastor o el Acerinox, han debilitado la base patrimonial del entramado.
E insisto: 106.000 salarios dependen de ello. Ahora toca vender, aun a cosa de malvender, o refinanciar deuda.
Es la historia de las grandes empresas de infraestructuras. Con la excepción de FCC y de OHL, el resto le ha dado por las mega-inversiones apalancadas, especialmente en el sector energético: la ambición les llevó al apalancamiento y ahora se encuentran con el agua al cuello. Bueno, salvo que, como ACS o Acciona no hayan conseguido dar el conveniente pelotazo.
Eulogio López
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