No le sale ni la operación Vocento ni la operación Marca y no está dispuesto a arriesgar su dinero en una nueva cadena. Por tanto, ha vuelto a su estilo: chulear a los obispos. Como ya no le dejan insultar a la propiedad, ahora se ha inventado la batalla contra el catolicismo de ultraderecha.
No es fácil ser una estrella de la radio y al mismo tiempo, chulear a tu propia empresa. Si Carles Francino se dedicara a insultar a la familia Polanco o Carlos Herrera a José Manuel Lara, es decir, si fueran desleales a las empresas que les pagan, serían despedidos al instante. Sin embargo, eso es exactamente lo que hace cada mañana el locutor Federico Jiménez con los obispos y con los católicos en la cadena COPE.
Como el presidente de la misma, Coronel de Palma, ya le advirtió que si volvía a insultar a los obispos le apagarían el micrófono, Federico ha decidido quedarse al mismo límite del insulto a los prelados y, al mismo tiempo, se ha inventado el catolicismo de ultraderecha colectivo en el que se inserta cualquier católico -o cualquier idea católica- que el señor Jiménez quiera poner como no digan dueñas y, especialmente, los grupos que defienden la vida humana desde la concepción hasta la muerta natural.
Además, en el entretanto, Jiménez continúa sin responder a la oferta de la empresa, que ya debería haber aceptado o rechazado el pasado martes 14. Como saben, consistiría en emitir dos horas por la noche, dos horas que se restarían del programa de César Vidal, La Linterna. Y es que la operación Vocento -acuerdo comercial entre COPE y Punto Radio, con Federico como locutor estrella compartido- no sale, como tampoco sale la suma de emisoras propias -entre otras las que Esperanza Aguirre concedió a Jiménez y Pedro J. Ramírez, gota que colmó el vaso de la paciencia de monseñor Rouco y precipitó el casi despido de Jiménez- que pretende Pedro J. Ramírez con Radio Marca o la propia red que construye Federico y Pedro J. Ramírez con las emisoras que les otorgan los gobiernos autónomos controlados por el PP.
Por tanto, Jiménez ha vuelto a su estilo: Chulear a los obispos pero sin pasarse. Por eso, ahora, en lugar de insultar a monseñor Antonio Cañizares, a los obispos catalanes o vascos, al Nuncio de Su Santidad en España, al director de la Programación socio-religiosa, Manuel María Bru -a Rouco nunca, porque sabe que se la juega-. Y el caso es que la COPE no le insta a que dé una respuesta: o marcharse de una vez o quedarse con las dos horas de programa nocturno. Mientras, Federico paga a su propia cla -no llega a las 10 personas, para no gastar demasiado- que se reúnen en la puerta del COPE con pancartas para exigir a los obispos que Jiménez se quede.
Ha comenzado la Plenaria del Episcopado, aunque el asunto Federico no se trata en ella, sino en el Comité Ejecutivo, y además el viernes 24 hay sesión del Consejo de Administración de la COPE. Seguro que para entonces el señor Jiménez tampoco tiene una respuesta sobre la oferta que le han hecho.