Sr. Director:
Hace un tiempo que observo divertida cómo van apareciendo en los medios de comunicación unos extraños, tal vez podrían ser fantasmas, que buscan asustarnos a los padres con argumentos de lo más pintoresco.
Algunos nos amenazan con querer sacar la clase de religión de la escuela. Otros nos quieren hacer creer que la quieren mantener algunos partidos políticos. También están los que se columpian poniendo a los Obispos como instigadores de que matriculemos a nuestros hijos con no se sabe qué oscuros fines. Y también están los que apelan a "la rama ciudadana", es decir aquellos que no se han enterado aún que se es hijo antes que ciudadano.
Y yo, que soy una madre profesional me río de semejantes fantasmas, pero me enfado cuando intentan tocar mis derechos como madre y mi responsabilidad como ciudadana en la educación de mis hijos. Me molesta que nos ninguneen, que sugieran siquiera que se nos manipula como a borregos desde foros o asociaciones o plataformas.
Cuando veo que el 80% de los padres sigue demandando para sus hijos la religión en la escuela, pienso que se equivocan los que pretenden ignorar el poder de los padres, porque no es un poder puntual, no es un poder sujeto a zonificaciones, a puntuaciones, ni a conciertos, ni baremos.... es un poder real, el cariño a nuestros hijos es lo que lo hace infinito e intocable.
Por eso creo que puedo decir sin temor a equivocarme que no busquen fantasmas en la clase de religión, no son ellos los protagonistas, somos los padres y el vínculo entre filiación y paternidad es el que sostiene y sostendrá las clases de religión.
Pilar Pérez
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