El verdadero servicio a la humanidad comienza con el respeto a la vida humana". "El falso supuesto de que un fin bueno puede justificar el asesinato directo, ha sido el origen de muchos males en nuestro mundo".
"Desde la concepción, un embrión es tan miembro de la especie humana como cualquiera de nosotros. Desde el punto de vista biológico este nuevo organismo vivo tiene la dotación completa de genes humanos. Recuerdan los obispos que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, se basó en que todos los seres humanos han sido creados iguales por Dios.
No es legítimo utilizar los embriones que han sobrado de los tientos de la reproducción artificial con el pretexto de que están destinados a la muerte. La validez de este argumento es sencillamente nulo. En última instancia cada uno de nosotros va a morir, pero nadie tiene ningún derecho a matarnos.
La matanza de criaturas humanas inocentes, incluso si se lleva a cabo para ayudar a los demás, constituye un acto absolutamente inaceptable afirmó Juan Pablo II.
Por último, los arranques básicos para la acción congruente del cristiano en la vida pública han sido calificados de "no negociables" por el Santo Padre Benedicto XVI y expresados de esta forma: "El respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas". Estos principios no son negociables.
Clemente Ferrer Roselló
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