El martes resultó muy divertido: los grandes de Europa se empeñaban en asegurar que la deuda griega no iba a quebrar, mientras los mercaderes seguían extorsionando a los griegos subiendo los tipos en el secundario.
Mientras, ese rey de la oportunidad que es el presidente norteamericano Barack Obama aseguraba que el problema no era Grecia, sino Italia y España. Muy bueno lo suyo, porque Grecia es pequeñito mientras Italia y España son muy grandes.
Y entonces, el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, insiste en lanzar los eurobonos. O sea, el reparto de la miseria: que como nuestro pecado ha consistido en lanzar deuda nacional hasta límites irresponsables ahora vamos a cometer la mega-irresponsabilidad de lanzar deuda paneuropea. De esta forma, a lo mejor no quiebra la deuda griega sino la de los 17 países de Eurolandia. ¿A qué es genial?
Se vuelva a hacer realidad la frase del premier británico David Cameron: "Me levanto cada día dando gracias a Dios por no haber entrado en el euro".
A lo mejor un día -al levantarnos o la acostarnos, lo mismo da- nos convencemos de que el éxito no consiste en colocar la deuda que emitimos sino en no necesitar emitir deuda y en amortizar la ya existente.
En el entretanto, los países emergentes, capitaneados por China y los famosos BRIC (Brasil, Rusia, India, China) se reunirán en Washington (dónde si no, aunque en breve se citarán en Beijing) en sesión paralela a la del Fondo Monetario Internacional (FMI), los próximos días 23 y 24) para analizar si ayudan a Occidente. ¡Cosas veredes!
¿Y por qué han conseguido esos países, entre cuya ciudadanía hay gente que pasa hambre, esa posición dominante de liquidez como para ahora tener que ayudar a quien antes les ayudaban? Escribo ayudar en cursiva, porque lo que hacen es extorsionar, a costa de exigir intereses abusivos por su deuda, pero ustedes ya me entienden.
Y esto por dos razones. La primera porque quien está en crisis es Occidente, todo el área OCDE, y está en crisis porque se ha echado en manos de los mercados financieros. Ellos no lo hicieron y crecen al 8-10%, mientras la eurozona lo hace al 0,2% trimestral.
Segunda razón: ¿Cómo es que los países antaño impecunes crecen tanto? Pues a costa de la explotación laboral de sus ciudadanos, más bien súbditos. En China, por ejemplo, el salario medio en zonas urbanas -mejor pagadas- apenas supera los 100 dólares mensuales, por un salario medio europeo mensual de 2.250 euros.
Es decir, que la economía china es muy poderosa, por vez primera en la historia moderna más que la del Occidente libre, pero la economía particular de los chinos es de supervivencia, lo que no ocurre con las economías particulares de los europeos.
Conclusión: si seguimos operando en términos de economía financista mal vamos. Un mundo globalizado exige un salario globalizado, unas mismas condiciones de competitividad, sobre todo en rentas e impuestos. Por tanto, un mundo globalizado exige un salario mínimo estandarizado. Porque si desaparecen contingentes y aranceles, las economías libres no pueden competir con quienes explotan a sus trabajadores. Y mientras no haya un SMI aproximadamente común, no puede darse una competencia limpia entre iguales.
Y es que el hombre no está hecho para la economía sino la economía para el hombre.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com