Destacados científicos están en contra de la adopción de niños por parejas homosexualesEl Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha fallado a favor de una pareja de lesbianas austriacas que reclamaba el derecho de una de ellas a adoptar al hijo de su compañera.

La corte de Estrasburgo considera discriminatorio que las parejas homosexuales no cuenten en este campo con los mismos derechos que las heterosexuales que no están casadas. La sentencia establece que la situación de las dos mujeres, que reivindicaron sin éxito sus derechos ante la Justicia austriaca, supone una violación de la Convención Europea de Derechos Humanos.

En la misma línea, el Tribunal Constitucional alemán dio un paso más hacia la equiparación de las uniones civiles entre personas del mismo sexo al levantar la restricción a estas parejas para la adopción. La sentencia reconoce la igualdad de derechos a las parejas de hecho homosexuales y heterosexuales. Los jueces dictaminaron a favor de la demanda presentada contra la actual normativa, según la cual un homosexual sólo puede adoptar al hijo de su pareja si se trata de su padre biológico, circunstancia que excluía la posibilidad de que una pareja homosexual adoptase a un niño y tuvieran que recurrir a hacerlo uno de los dos, según informa INE.

El hecho de que haya tribunales de justicia que dictaminen cosas así no significa que sean justas -paradójicamente- o adecuadas a la naturaleza humana. Las leyes humanas deberían respetar la ley natural, que es anterior a las leyes positivas. Y esa ley natural establece que el entorno natural del niño es el de un padre y una madre, o sea, varón y mujer. De ese entorno venimos y vendrán todos los seres humanos. Y como en la adopción lo más importante es el bien del niño, no de los padres, las leyes positivas deberían adecuarse a ese principio.

También hay razones científicas, como las aducidas por Dolores Serrat, psiquiatra y forense, profesora titular de Medicina Legal de la Universidad de Zaragoza en Diario médico, el 14 mayo 2004: "Golombok y Tasker publicaron, en 1996, en la revista Developmental Psychology y, en 1997, en la revista Journal of Orthopsychiatry, un interesante estudio longitudinal basado en una muestra de madres e hijos que habían evaluado 16 años antes.

Cuando los niños eran pequeños, no encontraron ninguna diferencia entre los hijos de lesbianas y los de mujeres heterosexuales divorciadas que vivían solas. De aquellos niños, 46 fueron seguidos hasta el inicio de la edad adulta (edad media de 23,5 años) y las investigadoras encontraron una incidencia significativamente mayor de relaciones homosexuales entre los que habían crecido con madres lesbianas (24 por ciento), comparado con los que habían crecido con madres heterosexuales (0 por ciento)".  

El padre Jorge Loring, en  su libro PARA SALVARTE, n° 68,24, apuntaba: "Destacados científicos están en contra de la adopción de niños por parejas homosexuales, por los traumas psíquicos que esto sería para el niño".

Y el profesor de Teología de la Universidad de Navarra Juan Luis Lorda decía en el Diario de Navarra, el 10 de mayo de 2005: "Quien crea que el matrimonio consiste en un pacto privado para convivir e intercambiar favores sexuales, quizá no aprecie las diferencias. Incluso puede sugerir que conviene ampliar la fórmula. Porque no está claro por qué tienen que ser dos y no tres o una comuna. Esto sin hablar de otros experimentos austríacos.

Pero quien sepa lo que es un matrimonio y tenga conciencia de su valor biológico, psicológico y social, sí que sentirá la diferencia. Y esta equiparación le parecerá un despropósito al que es un deber oponerse. Porque la unión conyugal de un varón y una mujer tiene un claro significado biológico, reproductivo, psicológico y social. Responde exactamente a la biología de la reproducción humana y a la estructura misma de los órganos sexuales. Es el modo como se originan naturalmente los nuevos ciudadanos.

Y pone en juego fuertes resortes psicológicos naturales de paternidad y maternidad, que benefician a los hijos. Por eso mismo, el matrimonio natural no es una cuestión sexual privada entre dos, sino una institución natural del máximo interés social".

José Ángel Gutiérrez

joseangel@hispanidad.com