Los dos sindicatos de clase, CCOO y UGT, antaño centrales adosadas al PCE y al PSOE, respectivamente, no sólo se juegan su influencia el próximo día 29 de septiembre: se juegan su ser o no ser. Si fracasan, ni las subvenciones públicas lograrán mantener en pie otra cosa que un enfermo agónico aunque con dinero.

Los sindicatos han perdido el apoyo de los autónomos y profesionales, pymes, agricultores y comerciantes, es decir, de los elementos más eficientes de todo el mecanismo económico. También han perdido el apoyo de los parados, que bastante desesperados andan. Los funcionarios optan cada día más por sindicatos temáticos, independientes, y muchos trabajadores han aprendido con la crisis que el futuro no está en el trabajo fijo sino en el salario digno. CCOO y UGT llevan demasiado tiempo luchando por el subsidio de paro, pero cada día son más los trabajadores que no luchan por un subsidio (los famosos derechos de los trabajadores) sino por un empleo.

Su única fuerza radica en las grandes empresas privadas, pero lo malo es que esas grandes empresas (banca, seguros, telecos y energía, principalmente) están ahora mismo reservando todo poder a los sindicatos en su seno, a través de subcontratas, franquicias, externalizaciones y prejubilaciones. Una pena, porque en la gran empresa la ausencia de sindicatos se presta a abusos, pero es la manera que tienen las compañías de responder a un sistema legal, asimismo abusivo, de representación sindical burocratizada.

En resumen, los sindicatos se están quedando sin público. Por eso, y porque buena parte de los trabajadores considera que no es momento para huelgas generales, UGT y CCOO se juegan su ser o no ser.

Ellos lo saben y están dispuestos a cualquier cosa para evitarlo, también a las medidas de fuerza, a bloquear el transporte y la TV, los termómetros que medirán el éxito o fracaso del 29-S. No es una buena noticia que los sindicatos perezcan, pero sí que el monopolio de las dos centrales desaparezca.

A ello puede contribuir el hecho de que ésta sea la primera huelga en el mundo contra el primer partido de la oposición, en lugar de contra el Gobierno, al menos por parte de Cándido Méndez.

El secretario general de la UGT, se explica la mar de bien. Preguntado por la nota que le otorgaba al Gobierno Zapatero, en lugar de hacer como su compañero, Fernández Toxo, que le otorgó el cero patatero.

Eulogio López

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