Los franceses están que trinan. Su antigua colonia, Haiti, está siendo de nuevo colonizada. Pero esta vez por los Estados Unidos. La llegada de 10.000 marines y el anuncio de otros 2.500 no es sino la primera fase de un plan de reconstrucción que anticipa una especie de protectorado, con base militar incorporada. Las formas importan. El control americano del aeropuerto es total y la administración americana ya está priorizando los vuelos que entran y a qué hora deben de hacerlo.
La gran ventaja es que la ciudadanía bendice el desembarco americano ante la pasividad burocrática de NNUU y la lentitud y desorganización de la UE. Francia envía pequeños retenes; España hace lo propio. Y Estados Unidos soluciona el tema como se debe: 10.000 marines que garanticen la paz, la estabilidad, luchen contra el pillaje, organicen los rescates y la ayuda de emergencia.
¿Han llegado para quedarse? Puede. Sobre todo porque puede suponer toda una lección para Hugo Chávez. Con la ventaja de que los discursos antiimperalistas hacen poca mella cuando han sido ellos los salvadores de una situación de caos infernal. Estados Unidos es Estados Unidos, el Imperio. Con Bush o con Obama.