Ningún presidente, en toda la historia de la democracia española, se había atrevido, en un discurso de investidura, a promocionar el aborto, a animar a las mujeres a asesinar a su propio hijo indefenso. Zapatero ha sido el pionero. Para que quedara claro cuál va a ser  su política, el aspirante a La Moncloa afirmó: "Nadie debe verse obligado a elegir entre un empleo y un hijo", afirmó ZP en la mañana del martes, pero, son ese cinismo que le caracteriza, 60 segundos después ofrecía su propuesta para no tener que elegir: el aborto sin pegas. En efecto, según el esquema de ZP, nadie tiene por qué elegir entre niño y empleo si puede prescindir de la primera opción.

Similar cinismo se dejó ver cuando ZP anunció, deslizado ya por la pendiente de la demagogia que "cualquier cobarde que levante la mano contra una mujer" le tendrá a él, a su Gobierno, al Estado... enfrente. Curiosa afirmación, tras la del aborto, porque la mayor violencia de género que se perpetra hoy en España es el asesinato de 100.000 niños -y niñas- inocentes, asesinados por sus propias medres antes de nacer. La palma de la violencia de género y de la cobardía hoy en día se lo lleva la mujer, no el varón. O, en tal caso, la mujer que aborta y el padre que colabora en dicho aborto.

En cualquier caso, escuchar a este miserable llamado José Luis Rodríguez Zapatero, que va a presidir el Gobierno durante cuatro años, la promoción del asesinato, produce una cierta molestia, en la zona del estómago.

Escribo esto antes de escuchar la réplica de Mariano Rajoy, líder del Partido Popular. Es igual, apuesto doble contra sencillo a que Rajoy no se referirá al aborto, como no sea para pedir que se cumpla la ley... la ley homicida, se entiende.

España no necesita un cambio de Gobierno, sino un cambio de partidos políticos y de clase política. Éstos dan mucho asco.

Eulogio López

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