Se supone que esto no se debe decir, pero lo cierto es que el Gobierno español presiona todo lo que puede, que no es mucho, al Banco Central Europeo (BCE) para que mantenga los tipos de interés donde están, y para que no intervenga en pro de un euro más moderado en su cambio con el dólar.

La verdad es que dada la delicada balanza comercial española (vendemos a Europa y compramos petróleo fuera de Europa), España está muy contenta con un euro fuerte y con un precio del dinero justamente donde está: sin provocar más inflación que la deseable y facilitando una vía de escape para que los españoles puedan endeudarse comprando vivienda.