La bella ciudad medieval de Brujas es la ciudad elegida por un mafioso londinense para que se escondan dos de sus matones tras un trabajo complicado. Estos dos asesinos a sueldo ven de forma muy diferente estas vacaciones pagadas. El veterano Ken (Brendan Gleeson) encuentra la paz y la serenidad en esas calles angostas y góticas mientras que el joven Ray (Colin Farrell), vive como una auténtica pesadilla esa obligada estancia.
La buena mano que posee como dramaturgo el director y guionista, Martin McDonagh, se aprecia en un guión perfectamente cerrado y en unos diálogos brillantes y tremendamente "tarantinianos". Es difícil no caer rendido ante el humor negro presente en todo el desarrollo de la trama a pesar de estar plagada de situaciones violentas y personajes estrambóticos. Además, como les comentaba al comienzo, en Escondidos en Brujas se aborda (aunque sea de forma singular) un tema realmente profundo: el sentido de culpa y el arrepentimiento que persigue a uno de los dos matones tras el asesinato de un niño. Un asunto interesante si tenemos en cuenta que vivimos en una sociedad incapaz de reflexionar y culpabilizarse de nada.
Otro de los grandes aciertos de esta película es el magnífico casting. Colin Farrell está soberbio y resulta súper adecuado en el personaje del descerebrado asesino joven, Brendan Gleeson convence como el matón veterano capaz de ver más allá de sus propios actos y Ralph Fiennes asombra y asusta como el enloquecido jefe mafioso.
Para: Los que quieran ver un violento thriller durante el cual, paradójicamente, se reirán mucho