El Zapaterismo está demostrando que pilota mucho mejor la abundancia que la carestía. Tiene gracia que, tras el subidón del paro en enero, lo único que se le ocurra decir al ministro de Trabajo, el poderoso Jesús Caldera, consista en acordar con los sindicatos mejores prestaciones y subsidios públicos para los parados. Lo cual demuestra una vez más que los ministros del ramo no lo son de empleo, sino de desempleo.

Un poner. ¿Y si en lugar de aumentar los subsidios aumentamos el empleo? En segundo lugar, ¿puede un Gobierno aumentar el empleo con el BOE en la mano? Sí, sí que puede, si cambia de política y renuncia a que el déficit sea el primer mandamiento. Sí, puede aumentar el empleo descendente, al menos por dos vías:

1. Reduciendo impuestos (de verdad, no de broma) e intentando mantener el consumo.

2. Aumentando la obra pública. Ahora mismo, esa obra pública es la única que puede salvar un desempleo creciente entre la población inmigrante, que no volverá a su país de origen por la sencilla razón de que en España ha logrado sobrevivir.

Al mismo tiempo, la obra pública es la única que puede movilizar el crédito, porque con el respaldo de una contrata no hay problemas para financiarse.

Reducir impuestos y reducir tipos son las dos medidas que han puesto en marcha los norteamericanos, que tienen algo muy claro: el principal objetivo de una política económica es crecer y crear puestos de trabajo. Todo lo demás no llega por añadidura pero puede esperar: el PIB, jamás. Por eso, en Washington lo tienen claro, tanto republicanos como demócratas: el presupuesto presentado por la Casa Blanca supone un nuevo incremento del déficit en más de 400.000 millones de dólares. De acuerdo, pero da igual: se trata de bajar impuestos para reactivar la economía y mejorar las condiciones de vida del ciudadano.

Por el momento, no veo que el Gobierno Zapatero pretenda reducir impuestos ni aumentar la obra pública de forma significativa. Lo mismo le ocurrió en 2004, con la vivienda disparada: no fue capaz de aumentar la vivienda pública, única forma de reducir el precio de todo tipo de vivienda Y así le ha ido: en materia de vivienda, el balance de la legislatura es, sencillamente desastroso.

¿Es Pedro Solbes el hombre idóneo para cambiar de rumbo? No, evidentemente no. Pero tampoco Jesús Caldera. En cuanto a Manuel Pizarro, me temo que el PP volverá a las andadas: reducciones de impuestos que no lo son y obsesión por el déficit fiscal.

En cualquier caso, sí, estoy convencido: si las elecciones se celebran en junio, tres meses más tarde, el PP las gana.

Eulogio López