¡Qué pena!. Ahora tenemos de ministra de Sanidad del PSOE a Elena Salgado, una roja que se nos está quedando en progre. Es decir, que ha cambiado su lucha por la justicia social por la soflama del aborto. Elena Salgado ya no es roja, ni tan siquiera "rogelia", es encarnada... y un poco pesada.
Doña Elena afirma que la ampliación de la ley del aborto, probablemente durante los tres primeros meses de embarazo (aunque, quién sabe, hasta podría ser más de tan progre como es este Gobierno), es un asunto de "equidad", entre pobres y ricos. Es decir, para que toda española (o incluso extranjera recién llegada a este paraíso del aborto en el que se ha convertido España) pueda abortar en igualdad de condiciones. No sólo van a ser las ricas, oiga usted, las que puedan cargarse al hijo de sus entrañas. Aquí, o masacramos todos o no masacra nadie, qué caramba.
Ante una mentira mil veces repetidas conviene oponer una reiteración milenaria de la verdad. A ver, repetimos: en España ya existe el aborto libre, porque toda la industria de la muerte se cuela por la rendija-estafa del "peligro para la salud psíquica de la madre". No sólo eso, sino que despenalizar el aborto perpetrado durante las primeras doce semanas (las feministas más rabiosas solicitan el aborto para los primeros doce meses de embarazo) casi hay que leerlo como una regresión abortera, dado que el supuesto psíquico se aplica en cualquier momento del embarazo. En definitiva, que asistimos a otra campaña propagandística de Mr. Bean. Insistimos: el aborto libe ya existe en España, más libre que en ningún país del mundo.
La verdad es que la ministra de Sanidad ha dejado su carrera empresarial, pero no sus cálculos contables. Porque lo de la equidad es también cosa de mucha risa. Verá usted, señora ministra, el negocio de la muerte en España funciona "dabuten", que diría un castizo. Abortar en una clínica privada tampoco es tan caro: desde 300 euros. Eso sí, si el embarazo está más avanzado, las clínicas aborteras exigen un plus (nada que ver con Polanco).
Otrosí. La píldora abortiva sale por 150 euros, y la píldora post-coital (dos unidades) por 150 euros, aunque puede ser gratis si te acoges a supuestos legales (es decir, si al médico le da la gana, que le suele dar, o si se aporta un certificado de violación que, como dijimos en otra ocasión, bien puede ser falso). La píldora post-coital es más baratita: la consigues en una farmacia por 18 eurillos. Por cierto, que en la propaganda dirigida a los médicos sobre esta maravilla de la ciencia, el fabricante advierte que todos los días del ciclo menstrual pueden ser fértiles, lo cual es una grandísima mentira, salvo que la excepción se convierta en regla científica. Y también se dice: "Si te falla todo lo anterior. Utiliza esto". En otras palabras, que los fabricantes de la píldora post-coital pretenden acabar con el mercado de la píldora anticonceptiva, un residuo del pasado.
También se dice que
Pero, hablando de equidad, resulta significativo cómo se está gestionando tanto la píldora abortiva como
En definitiva, como Al Capone, primero eliminas la competencia (Alfonso Capone era mucho más sincero: sus eliminaciones eran físicas, no normativas) y luego consigues la contrata del Estado, con lo que te aseguras el monopolio, el mercado y el pago a un tiempo.
Si a mí no me importa, palabra de honor, que la señora ministra Salgado tenga muy mala leche. Tampoco me importa que intente ganar votos a costa de cargarse a los seres humanos más inocentes. A ambas cosas estoy acostumbrado. Yo lo que no soporto es que, además, pretenda tomarnos el pelo con lo de la equidad. Mire, eso, ya no, "señá" ministra.