En televisión española nos explicaron que lo hacían en nombre de la tolerancia.
Desde lo tiempos de Cervantes -un racista peligroso- los musulmanes siempre han hecho lo mismo: en minoría respetan a la mayoría, pero en cuanto pasan a ser la mitad más uno imponen su ley al 100 por 100. En el caso de Melilla, y dada la tolerancia zapatista, no hace falta: el 33% impone su ley al 100 por 100, dado que las autoridades que lideran el 66% restante, esto es, las autoridades cristianas, desprecian cualquier credo o religión menos el suyo, el Cristianismo.
Sólo por casualidad, quiero recordar que el mismo porcentaje -33%- del ejército regular español en Ceuta y Melilla son españoles nacidos en la ciudad e hijos de marroquíes, cuya obediencia no está con el Rey de España sino con Mohamed VI. En caso de conflicto, está claro a quién apoyaran.
Hay que fiarse de que Rodríguez Zapatero, en nombre del diálogo y el entendimiento lo solucionaría con una inteligente negociación, pero hay quisquillosos que aseguran que es mejor no fiarse.
¿Dónde comienza esta estupidez suicida? En el lenguaje, como siempre. No había más que ver a la cronista de la televisión pública española aludiendo a los últimos enfrentamientos raciales acaecidos en Almería, con el resultado de un muerto y varios heridos, cuando hacía equilibrios verbales para explicarnos que tres norteafricanos habían matado a un subsahariano. Cualquier cosa con tal de no decir que tres moros, o magrebíes, si se prefiere, habían matado a un negro. A los negros no les molesta que les llamen negros. Lo que les molesta es que les exploten y les maten. Los musulmanes son especialistas históricos en esclavizarles. Y claro, de aquellos polvos de eufemismo vinieron estos lodos de miedo.
En cualquier caso, ZP actúa con Ceuta y Melilla con igual insensatez que con ETA durante la primera legislatura. Cuando Marruecos le abofetee, será tarde para reaccionar. Nuestro Gobierno participa en ese estúpido fenómeno conocido como el suicidio de Europa.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com