La verdad es que yo ya me lo sospechaba: desde que nombraron a Javier Ayuso portavoz de la Casa Real España corría el riesgo seguro de la III República. No se pueden cometer más errores de comunicación e imagen: vender a la Familia Real como una reunión de buenos frente a malos es peligroso, sobretodo cuando te llegan las bofetadas desde todos los lados.

Pero la culpa de una mala imagen no es nunca del portavoz sino del 'imaginado'. Es decir, de su superior.

Y lo cierto es que no sé si la monarquía está rota en España -creo que no-, pero lo que sí está rota es la Familia Real. En el siglo XXI un Rey es, ante todo, una referencia moral.

La derecha pagana española -tanto el PP como los nacionalismos de derechas- que ha olvidado sus principios cristianos y lo lógico -en España, no en Francia, por ejemplo- es que esa derecha pagana acabe por ser republicana.

Así contemplo asombrado cómo son los tertulianos de derechas los que con más ardor reclaman al Monarca que abdique en Felipe VI o incluso exageran -y mira que es difícil- los males de Urdangarín o de García Revenga y demás espabilados en Moncloa.

Urdangarín puede que sea un delincuente, pero lo peor es que responde al prototipo de esa soberbia vasca de la que hablaba Ortega y Gasset: las cosas son buenas o malas dependiendo de si las he hecho yo o las ha hecho otro.

Ejemplo: Urdangarín es un jetas que aprovechó su parentesco con la Familia Real para pedirle dinero a gobiernos autónomos y a empresas. Eso es inmoral pero no es ilegal. Lo que puede ser ilegal es que no hubiera pagado los impuestos que debería haber pagado por ese dinero inmoralmente obtenido. Pero la moral siempre es mucho más elevada, más exigente, más fructífera y más alegre que la ley.

Lo malo es que nos negamos a aceptar la moral objetiva -o es objetiva o no es moral- y por tanto nos dedicamos a lo legal o ilegal. Y cuidado, porque hay leyes inmorales cuyo cumplimiento -legalidad- es una inmoralidad más grande. Ejemplo: el aborto. Pero como políticos y jueces, y me temo que buena parte de la sociedad española. Niega la moral y se atiene a la legalidad… pues entonces estamos todos más locos que las cabras. Nunca como ahora se ha hecho realidad las sabias palabras del obispo de Madrid, Rouco Varela, cuando afirmaba que si toda la moralidad se ciñe al correcto pago de impuestos, vamos mal. La progresía se rasgó las vestiduras y algunos católicos miraron para otro lado ante una información tan políticamente incorrecta. Tenía más razón que un santo o incluso bastante más razón que un cardenal.

Aplicando todo esto a la Familia Real Española. Mire usted: tenemos un Rey con una cosmovisión cristiana de la vida pero que es un poco golfo. Tenemos un Príncipe, por quien ahora apuesta, la progresía, tanto la de izquierdas como la de derechas, que es más legal y menos moral. Un sucesor ecopanteísta, ecologista y feminista, tres condiciones que suelen dar en inmoralidad manifiesta, o mejor, en inmoralidad de origen.

Es la misma distinción que hacía el filósofo Jacinto Chozas en su genial ensayo Elogio de los grandes sinvergüenzas. El Rey puede hacer alguna golfería pero, como deja los principios a salvo, es un sinvergüenza auténtico. Por su contra, el Príncipe progre, que como buen progre mueve los principios según su propio comportamiento, corre el riesgo de terminar en auténtico sinvergüenza. ¿Y Urdangarín Urdangarín sería, en el mismo contexto, y con todo respeto que de una licencia literaria se trata, el sinvergüenza esférico: el pícaro que no reconoce su picardía y que, le mires por donde le mires, como ilegal o como inmoral…

Pero, con todo, lo que sorprende es que nos haya surgido una derecha republicana dedicada a destruir, no al Rey, sino a la institución monárquica.

Insisto: no saben lo que hacen porque no saben lo que deshacen.

En cuanto a SAR Felipe de Borbón y su esposa de doña Letizia, no debería dejarse llevar por los vientos de fronda que les animan a asumir el Trono ya mismo. Porque los mismos, la misma progresía de izquierda y de derecha, que ahora quiere echar al padre se aplicará en expulsar al hijo un minuto después de que acceda al Trono. Más vale que padre e hijo se aplicaran en ser lo que siempre debieron ser: una referencia moral, mucho más allá de la mera legalidad.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com