Las viñetas de Romeu no son chistes, son editoriales. Y aunque frecuento playas muy lejanas a las de este humorista de El País, sostengo que tiene todo el derecho a editorializar a través del artificio de sustituir a las letras por dibujos. Además, por lo general, se precisa más ingenio. Ni que decir tiene que, como su compañero de diario, Antonio Fraguas, Romeu es un progre. Como buen progre, divide al mundo en buenos, los del mayo francés, y malos, los cristianos. Como buen progresista, Romeu sospecha que si se creen en Dios algo malo habrán hecho. Probablemente, todo.

Pero es lo que tienen los progres, que en cuanto se topan con la realidad acuden al dogma con más celeridad que cualquier piadoso católico. Lo cual es lástima, no se crean. Pues bien -edición de El País del lunes 31- Romeu se destapa con uno de sus diálogos doctrinales:

- Será legal soltar en cuatro días al gran ladrón y al violador contumaz, pero no es justo.

-Y un insulto a la ciudadanía -recalca la fémina de la pareja, que, naturalmente, es aún más ponderada y ecuánime que el progre varón (he dicho "progre").

Lo de menos es el discursito de marras. Analicemos la  almendra de la viñeta. Como se sabe, el único mandamiento progresista es el relativismo, es decir, la verdad no existe, y nuestro enemigo, es todo aquel que pretenda lo contrario. Por ejemplo, ser coherente con sus principios. Ese es un peligroso fanático.

Pero el pobre Romeu (ahora sí: pobre), que es muy progre, pero no carece de sentimientos, se encuentra bajo el influjo -cabreo- de la canallada perpetrada con la niña Mari Luz. Y aquí viene el fallo. Según la teoría progre, nadie puede realizar juicios morales -porque las verdades morales no existen y las verdades absolutas tampoco-. Por eso, Romeu nunca debió decir que soltar al violador contumaz es injusto. A lo más que debía haber llegado Romeu, si no quiere ser acusado de progresía por el Club de la progresía dominante, es advertir que soltar al presunto miserable del que hablamos era ilegal, pero no injusto. Lo que ha hecho Romeu es un juicio moral -"injusto"- cuando debió decir que era ilegal, que es cosa bien distinta.

Y es que el progre está condenado a no ser creyente, sino burócrata, pero tan dogmático como la pía viejecita que ve entrar en el templo. De hecho mucho más.

No es que el progre rechace el dogma porque sin dogmas nadie puede vivir. Lo que ocurre es que cambia la Biblia por el Boletín Oficial del Estado, que resulta muchísimo más... y mucho más injusto.

Comprendo a Romeu pero me asombra que él no se comprenda a sí mismo, y que mañana mismo, estoy seguro, vuelva "do solía", a cargar contra los "dogmáticos", contra los que "se creen en posesión de la verdad". Y volvería a incurrir en herejía progre, es decir, volverá a juzgar como injusto las tropelías con las que se topará en el mundo, y caerá de nuevo en la añagaza que el sentido común impone a todo buen progresista, cuando descubren que, además de conciencia -a la que niegan- tienen estómago, al que no pueden negar.

Eulogio López

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