En el transcurso de la mañana de este miércoles se ha sabido que en la ciudad de Damasco ha sido asesinado por coche bomba el ministro de Defensa de Siria, Daoud Rahja, que era uno de los más estrechos colaboradores del presidente sirio, Bashar Al Assad.
A medida que se intensifica la lucha entre las tropas del Gobierno sirio y los grupos opositores, la preocupación es creciente no sólo por la virulencia de los combates, sino también porque la oposición siria se ha quitado la careta y ha dejado ver cuáles son sus raíces: el fundamentalismo islámico.
El atentado de hoy debería abrir los ojos a la diplomacia occidental que con tanto entusiasmo aplaude a los grupos opositores sirios y debería observar lo que ha ocurrido en Egipto y Túnez, donde el mundo occidental apoyó la caída de las dictaduras seculares que han sido sustituidas por autocracias islámicas, lo que más que un avance democrático de la llamada primavera árabe, parece un retroceso hacia corrientes más extremistas.
Mientras en Jordania, un país regido por la dinastía Hashemita y caracterizado por un respeto a la libertad de expresión y religiosa muy superior a la de sus países vecinos, y que ha logrado evitar las revueltas que han afectado al mundo árabe gracias, a las reformas emprendidas por el monarca Abdullah II, los Hermanos Musulmanes pugnan por desestabilizar el país tal y como informa el diario Washington Post con acusaciones infundadas como que las autoridades han olvidado a los más pobres que, según la Hermandad Musulmana, sólo encuentran 'esperanza' en el seno de su organización.
No obstante, a pesar del 'éxito' que está suponiendo la primavera árabe para las corrientes islámicas más extremistas, ni siquiera los Hermanos Musulmanes pueden negar el fracaso que ha supuesto para ellos la victoria en Libia de la coalición liberal en los comicios electorales, que ha supuesto un freno a la corriente islámica que se había venido imponiendo en los países donde triunfaron las revueltas de la primavera árabe.
No obstante, todavía falta por ver si la Alianza dirigida por el exprimer ministro libio, Mahmoud Jibril podrá gobernar sin presiones del partido Justicia y Construcción de los Hermanos Musulmanes, ya que después de elegirse en las elecciones los escaños que serán ocupados por los partidos políticos, faltan por asignar aún 120 escaños que corresponden a candidatos independientes.
Gabriel López
gabriel@hispanidad.com