La idiocia domina de tal manera a Occidente que China cae bien. Se trata de la tiranía más cruel del universo, ante la cual el Islam representa todo un avance, todo un progreso, un mundo indeciblemente más avanzado que la tierra de Lao-Tse. Y China es muy importante, dado que la importancia de una zona del mundo viene marcada por el número de personas concernidas, y uno de cada cinco seres humanos son chinos. Figúrense.
Habrá que repetirl el Islam se enfrenta violentamente al Cristianismo porque no es más que una herejía, una caricatura, una fisura del Cristianismo. Pero Oriente no. Por Oriente, entiendo China, la India e Indochina (estoy hablando de más de la tercera parte de la humanidad), participan de la idea común de que la persona no es realmente tan importante y que, desde luego, la colectividad lo es mucho más. Casi todos los homicidios vienen precedidos por la aceptación de este sofisma.
Veamos: China ha descubierto la cuadratura del círculo. En la Avenida de la Paz, arteria principal de Pekín, se exhiben esos horribles edificios (en buena parte del resto de China lo único que existen son chabolas y carboneras) del peor gusto occidental, estilo colmena, coronados por el sombrero chino, un tejado apaisado y lleno de ángulos convexos. Y así es: China ha hecho realidad aquello de un país, dos sistemas. El chino vive la misma esclavitud que durante el comunismo, pero ahora los miembros del Partido (Comunista, naturalmente) han descubierto lo estupendo que puede resultar un capitalismo donde se fuerza a la gente a trabajar por sueldos de miseria, muy poco superiores a los vigentes en los antiguos regímenes comunistas, en los que nadie trabajaba (ya saben, lo del obrero soviétic nosotros hacemos como que trabajamos y ellos hacen como que nos pagan). Y es lógico, ni para el comunismo ni para el capitalismo el ser humano posee la suficiente dignidad como para no ser considerado un factor más de la producción.
China es el paraíso de los salarios bajos, del hambre, de la falta de higiene y de lo saludable, de la inmigración clandestina y consentida, del aborto forzoso, de los matrimonios de un hijo y, atención, como colofón de todo ello, el infierno de la libertad religiosa. Si hay algo que el Partido Comunista chino (ahora en vísperas de su gran Asamblea) no puede soportar es un cura fiel a Roma. Los editorialistas tontainas de El País pueden discutir, en el Occidente burgués, si el cristianismo deifica o margina al hombre, pero los chinos no tienen ninguna duda sobre el particular: el único hombre libre, y el más consciente de su dignidad, es aquel que sólo responde ante Cristo. Por eso, hay que machacarlo. En China, mientras las grandes multinacionales, también españolas, se llenaban los bolsillos en un mercado formado por miserables, pero, eso sí, inmenso, los cristianos son perseguidos con sistemas que remontan a Nerón y Diocleciano. Mientras, el mundo mira hacia otro lado. Algunos papanatas piden una Iglesia mártir en nuestros días: ahí la tienen.
Y el Sistema chino, el comutalismo, o como ya hemos dicho el resultado de mezclar comunismo y capitalismo, para ser exactos el resultado de mezclar lo peor de ambos, se ha convertido ya en un sistema que sobrevive a sus impulsores, porque cobra vida propia. Así, la necedad de nuestras televisiones occidentales ha saludado el primer cambio en el Partido Comunista chino sin tensiones. La verdad es que Jiang Zemin abandona el control del Ejército, pero los chinos no serán por eso más libres. Natural: el comutalismo (¿O le llamamos capitanismo? Admitimos sugerencias) ha triunfado de pleno, el sistema ya tiene fuerzas para devorar a sus propios hijos y perpetuarse sin necesidad de nombres propios. En el comutalismo tiene cabida la izquierda y la derecha, incluidas la extrema izquierda y la extrema derecha. Lo que no tiene cabida es el Cristianismo ni, por tanto, el hombre libre.
Habrá que insistir. No nos engañemos: el enemigo del comunismo no es el capitalismo, sino la Iglesia. Y el enemigo del capitalismo no es el comunismo, sino el cristiano fiel a Roma. Por eso, el Partido Comunista chino está dispuesto a abrir las fronteras a la General Motors, pero no a esa plaza de medio kilómetro cuadrado, sin ejército ni moneda digna de tal nombre, que recibe el nombre de Vaticano y que no cuenta ni con una sola división.
Además, insisto, los dos extremos del péndulo siempre se han dado la mano por detrás (mejor, por arriba). Como decía Chesterton, ¿qué más da que todas las tierras de Inglaterra sean del Estado o pertenezcan al Duque de Wellington? Llevamos casi un siglo prisioneros de la falsa antítesis entre comunismo y capitalismo, cuando lo cierto es que son ramas de un mismo tronco. Y la única oposición de ambos se llama Cristo.
La agencia Zenit publicó días atrás un espléndido reportaje sobre la situación religiosa en China. No tiene desperdicio.
China pierde un maestro y evangelizador en la cárcel, el obispo de Yantai
El padre Bernardo Cervellera recuerda a monseñor Giovanni Gao Kexian
ROMA, lunes, 13 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Cuando el sábado pasado la Santa Sede difundió la noticia de la muerte en una prisión china --a finales de agosto-- del obispo de Yantai, monseñor Giovanni Gao Kexian, confirmó también con ello la consagración episcopal del que hasta entonces sólo se sabía que era sacerdote.
En una nota, la Santa Sede pidió la liberación de los numerosos obispos y sacerdotes arrestados en la República Popular China y denunció que algunos de ellos morían entre rejas sin que se supiera nada de ellos.
Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede, reveló igualmente que «sólo ahora» la Santa Sede había tenido conocimiento de varios de los arrestos que tuvieron lugar hace ya un mes (Cf. Zenit, 12 de septiembre de 2004).
«La Santa Sede no tiene noticia de los motivos de estas medidas represivas --subrayó--. Si las nuevas noticias que han llegado son verdaderas, nos encontraríamos, una vez más, ante una grave violación de la libertad de religión, que es un derecho fundamental del hombre».
Navarro-Valls revelaba asimismo que el Vaticano había sabido que «a finales de agosto falleció en la cárcel monseñor Giovanni Gao Kexian, obispo de Yantai (provincia de Shandong), a los 76 años».
«El cuerpo del prelado fue entregado por la policía a sus familiares. Monseñor Gao estaba encarcelado desde finales de los años noventa y no se tenían noticias de él desde hace tiempo», explicó.
El hecho de que el prelado --«hombre tímido y reservado» cuyo nombre se añade a la lista de «quien ha dado al vida por Cristo en China»-- muriera «en una prisión desconocida en el norte» del país y que los familiares recibirán sus restos «sin ninguna explicación» fueron puntos que destaca el padre Bernardo Cervellera director de la agencia AsiaNews.
Monseñor Gao «vivió en clandestinidad la mayor parte de su vida»: «sólo ahora, a su muerte, ha sido oficialmente revelado por el Vaticano que había sido consagrado obispo», subraya.
De hecho «cuando fue detenido en 1999, las crónicas de entonces le definían como laico, o como mucho un sacerdote, para evitar que contra él se abatiera la persecución legalizada de la seguridad pública. Sólo hace tres años se empezó a decir que era el obispo de una diócesis de Shandong», explica el sacerdote del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME).
Según recuerda el padre Cervellera, monseñor Gao creció en la fe católica entre los cristianos de la comunidad «clandestina» de Hebei, donde se registra la mayor concentración de católicos en China.
Allí se calcula que hay 1,5 millones de fieles «en su mayoría clandestinos, culpables a los ojos del gobierno de querer practicar la libertad religiosa -garantizada en teoría por la Constitución china- sin el control puntual y tedioso de los guardias y de la Asociación patriótica», denuncia.
Monseñor Gao durante décadas vivió como «sacerdote clandestino».
«Para escapar a las detenciones cambiaba frecuentemente de residencia -cuenta el padre Cervellera-. Por algún tiempo fue profesor de uno de los seminarios clandestinos de Hebei: casas de campo, donde estudiantes y profesores deben esconderse de los ojos indiscretos de la gente y de la policía» y «donde los pobres seminaristas y sacerdotes deben vivir de la caridad de los fieles tan pobres como ellos».
«Gao Kexian fue ordenado obispo en 1993 --detalla--. Por un tiempo trabajó en Hebei, y de ahí fue instalado en la limítrofe diócesis de Yantai, en el norte de Shandong. Es una zona muy pobre de la que los campesinos se ven obligados a emigrar a las ciudades de la costa para encontrar trabajo».
La diócesis de Yantai desde 1894 a 1949 fue confiada a los franciscanos. En 1949 tenia unos 12 mil fieles. Actualmente cuenta con más de 30 mil.
Es en esa zona, «con poquísimos sacerdotes», donde «monseñor Gao evangelizó hasta octubre de 1999».
«Su detención tenía sólo un motiv el rechazo a inscribirse en la Asociación patriótica para formar una Iglesia nacional, separada de Roma», alerta el padre Cervellera.
George W. Bush, en su viaje a Pekín en 2002, «pidió a Jiang Zemin su liberación. Y en cambio monseñor Gao ha muerto en prisión», como otro obispo, «monseñor Giuseppe Fan Xueyan, secuestrado y muerto bajo tortura el 13 de abril de 1992», concluye.
Actualmente en Shandong hay tres diócesis sin obisp Yantai, Weihai y Heze.
Zenit
Eulogio López