El sistema financiero internacional (SFI) castiga a los países, es decir, a los ciudadanos de esos países, de forma silenciosa... y trágica. Por ejemplo, el Banco de España ha rebajado al último lugar (nivel 5) la categoría de Argentina como prestatario. Es decir, que todo aquel inversor presente en el país debe provisionar por cada euro que emplea en la zona. La decisión del Banco de España le ha costado al BBVA aumentar sus provisiones por posible morosidad en 150 millones de euros. Naturalmente, cuando un banco central hace tal cosa lo que provoca es que los bancos dejen de invertir en ese país y las empresas industriales se contagien de ello.

Al mismo tiempo, México, donde el BBVA cuneta con una presencia espléndida, a través de Probursa, es un ejemplo claro de cómo funciona el SFI: en pocos meses, el país hispano norteamericano ha reducido sus tipos de interés del 18 al 8%. Buena noticia para todos, salvo para los bancos, que gana dinero con tipos altos.