Fue jefe de protocolo durante la época de Felipe González. En 1996 advirtió de los riesgos de que Aznar ganara las elecciones. Y el "riesgo" se convirtió en realidad. Entonces, regresó a la carrera diplomática.

 

Con el 14-M llegó su regreso a la política. Nicolás Martínez Frenso, de 68 años, es nombrado Secretario General de Presidencia, sustituyendo a Javier Zarzalejos, pero sin sus atribuciones políticas. Como era poco cargo, le nombraron también vocal del Consejo de Administración de Patrimonio Nacional. Asume un cargo sin límites de edad. Y regresa a reportar a otro viejo felipista, José Enrique Serrano.

 

Pero el diplomático no ha perdido el ojo de Exteriores, que es a lo que se dedica. Por su mano están pasando importantes nombramientos de amigos de su generación, felipistas de pro y sesentones. Probablemente, porque la falta de renovación en el PSOE obliga a echar mano de los de siempre. Todo un puenteo a la política de nombramientos del secretario de Exteriores, que, según fuentes del Ministerio, "no pinta nada". A Martínez Frenso se suma también la cuchara de José Bono en determinadas áreas del Ministerio.

 

Según fuentes de Exteriores, estos nombramientos están provocando importantes "disfunciones" en el Ministerio, ya que, debido a la edad, los nombramientos serán para un periodo corto que permita culminar una carrera. Por contra, los diplomáticos más jóvenes se encuentran pasilleando, esperando su oportunidad y preguntando aquello de "¿qué hay de lo mío?".

 

Es el caso del anterior secretario de Estado de Asuntos Europeos, Ramón de Miguel, que perdió Buenos Aires por el histórico Carmelo Angulo y ha terminado recalando para la empresa privada. Otro histórico se ha hecho también con la Embajada clave de Nueva York: Juan Antonio Yáñez Barnuevo. Por contra, todos aquellos que desempeñaron cargos en la Administración popular están a la espera de destino o en embajadas de tercera categoría. "Una venganza innecesaria fruto del sectarismo de Martínez Frenso", señalan.