- Es decir, el banco tóxico público no es más que una subvención pública a los bancos.
- Y encima, se convierte en un instrumento para mantener altos los precios de la vivienda.
- Para crear un banco tóxico no hacía falta ni gestor público ni dinero público. Con los bancos malos privados, cada palo habría aguantado su vela.
Al final el banco malo con dinero público, lo que vengo denominando el banco peor, va a ser lo que nos temíamos: un instrumento para sostener los precios de los inmuebles, de tal modo que no se produzca una caída rápida y pronunciada de los mismos. No de otra manera puede entenderse los decretos de De Guindos, las dudas sobre el volumen y los precios a que adquiere dicho banco gestionado por el FROB, cuyo director general es Antonio Carrascosa (en la imagen), y los movimientos en el mercado.
Para crear un banco malo no hacía falta un gestor público. Hay inversores extranjeros realizando ofertas a las entidades españolas para adquirirles sus carteras de adjudicados. Es cierto que los precios no son muy atractivos y en muchos casos no se pagan al contado, sino de manera muy parecida a como pretende hacerlo el FROB: con deuda, para poder ir amortizándola a la vez que se van liquidando los activos recibidos.
La diferencia es que la deuda privada es más cara, o más rentable dependiendo de si se es deudor o acreedor, y la diferencia con la deuda pública, se diga lo que se diga, es la subvención encubierta en favor de las entidades que están obligadas a acudir al FROB. De hecho, la solución podría haber llegado hace mucho tiempo si no fuera por el íntimo convencimiento que tenían muchas de las instituciones que necesitan ayuda de que, al final, el Estado las ayudaría.
Ahora mismo las entidades están obligadas a valorar en contabilidad los activos procedentes de la ejecución de créditos a la actividad inmobiliaria, así como los simples créditos, aunque no estén ejecutados y aunque estén clasificados como normales, con descuentos que van desde el 14% cuando la obra, o la garantía, esté terminada, hasta el 80%, cuando se trata de suelo.
Parecía que una valoración tan baja, animaría a las entidades a vender porque los precios que podrían obtener serían mejores que sus valores contables, pero he aquí que no, que ni por esas quieren las entidades en dificultades vender porque todavía quedarían pérdidas por reconocer. Es decir: porque los compradores no comprarían ni con esos descuentos.
Y en estas, el tercer decreto De Guindos -o Guindos III- les quita la presión. A las entidades con problemas les dice que un ente (el banco malo, sociedad de gestión de activos o SGA), no sabemos si totalmente público o parcialmente privado, pero gestionado por el FROB (lo que lo hace público, se diga lo que se diga) les va a comprar sus toxicidades. Les va a comprar, según las últimas noticias, con un descuento del 50% sobre el valor en libros, cuando las ofertas privadas están en el entorno de un descuento del 75%. Dirán que para que el negocio no lo hagan otros, pudiendo hacerlo el Estado en los próximos años. Obvian que para ello deberán vender por encima del 50% y que, en cualquier caso, el 25% de diferencia entre la oferta pública y la privada, la ganarán las entidades a costa de los contribuyentes.
La excusa es que el mercado sufra una caída brusca de los precios. Y se califica así, como brusca, para que nos parezca mal. Está claro que a las autoridades y a los gestores de las cajas no les gustan los mercados cuando les perjudican. La libertad de mercado está bien, pero para los demás.
Rubén Manso
ruben@hispanidad.com