Ningún miembro relevante de la Casa Real Española acudió a las beatificaciones de 498 mártires de la Guerra Civil. Hasta el Gobierno Zapatero envió al ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos
La ausencia de representantes de la Casa Real en El Vaticano contrasta con los discursos de SAR Felipe de Borbón durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, donde la Zarzuela habló de "ceremonia laica". La Casa del Príncipe ha decidido que el heredero al trono no acuda a actos religiosos. Tampoco el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, quiso acudir a la ceremonia. Ni un solo grito, acto o declaración de venganza contra sus asesinos del bando republicano por parte de organizadores y asistentes.Esta vez no fue María Teresa Fernández de la Vega, la vicepresidenta primera del Gobierno Zapatero quien, sin embargo, sí acudió a la imposición del capelo cardenalicio a monseñor Antonio Cañizares. Pero, al menos, presidió la Delegación española Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores de un Ejecutivo que se caracteriza por su anticlericalismo pero que, al menos, ha sabido mantener las formas.
Por eso, en la mañana del domingo en la Plaza de San Pedro, donde la Iglesia beatificaba a 498 españoles asesinados por la II República –la mayoría de ellos a manos de milicianos, es decir, de grupos socialistas comunistas o anarquistas- la ausencia más ‘sonora' ha sido la de los Reyes de España, Don Juan Carlos y doña Sofía. Para ser exactos, no ha acudido ningún representante relevante de la Casa Real Española, a un acto donde estaban presentes centenares de españoles en principio no opuestos a la Monarquía, aunque sólo fuera porque sus familiares fueron asesinados por el mismo Régimen republicano que forzó la marcha de Alfonso XIII, abuelo del actual monarca, al destierro.
La ausencia de La Zarzuela en la beatificación de los mártires del siglo XX contrasta con el entusiasmo del Príncipe heredero, SAR Felipe de Borbón y Grecia, durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, celebrada 48 horas antes en Oviedo. Felipe de Borbón se mostró singularmente entusiasmado con los premiados, y muy en especial con el ex vicepresidente norteamericano Al Gore, quien aprovechó estos galardones para poner en marcha una especie de contra-credo cristiano con su panteísmo ecologista, y que ha creado una especie de sacerdocio ecologista, o famosos que predicarán contra el calentamiento global en distintos foros. Es más, desde la Casa del Príncipe se habló –y así lo recogió algún medio informativo- de "ceremonia laica", expresión recogida por varios medios informativos. Otros cronistas se preguntaban de qué forma la ceremonia de entrega de unos galardones podía ser no-laica, sin que por el momento se haya encontrado respuesta al dilema.
En cualquier caso, lo que pretendía la Casa del Príncipe era marcar distancias con la Iglesia. La misma institución ya ha advertido que SAR, muy al contrario que su padre, el actual monarca, no acudirá a actos que tengan connotaciones religiosas, salvo que lo exija la legalidad vigente, por ejemplo, los acuerdos Iglesia-Estado. Esto es, salvo que sea imprescindible. Esa nueva política comenzó dos años atrás, cuando los Príncipes de Asturias acudieron a Pamplona para inaugurar un centro de investigación biomédica de la Universidad de Navarra. Desde la Casa del Príncipe se exigió al centro académico que en el acto no estuviera presente el entonces obispo de Pamplona Fernando Sebastián. El prelado, en efecto, fue a bendecir las instalaciones 24 horas antes de que llegaran Sus Altezas. Desde entonces, la norma no sólo no ha cambiado, sino que se ha cumplido a rajatabla: en Roma no hubo miembros relevantes de la Familia Real española, aunque sí del Gobierno socialista, heredero de muchos de los que mataron a los beatificados. Está claro que la Familia Real quiere remarcar su carácter laico. Por el momento, nadie ha dicho que el Rey vaya a suprimir el mensaje de Nochebuena. Otra cosa es que aparezca ante un Belén o ante una postal de La Cibeles.
La ausencia de la Casa Real en San Pedro durante la mañana del domingo parece una prevención innecesaria, dado que en la Plaza de San Pedro no se produjo ni un solo grito, acto o declaración de venganza hacia quienes asesinaron a los 498 beatificados, a pesar de que se encontraban presentes decenas de familiares de los mismos.
Tampoco el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, que estaba invitado, acudió a Roma. Disculpó su asistencia porque tenía que cerrar el IV Congreso Mujeres en Igualdad, donde aprovechó para hablar del nuevo socavón que ha aparecido en las obras del AVE en Barcelona, coincidiendo con la visita de ZP a la ciudad condal lo ue, para los populares, es muestra inequívoca de que Zapatero tiene gafe.
La derecha española, es, asimismo, tremendamente laica.