Lo ha dicho el Lehendakari Ibarretxe y podemos decir que, por una vez, y sin que sirva de precedente, camina cargado de razón. Ahora bien, no basta. Me ha costado mucho convencerme de lo que me repiten mis compañeros periodistas dedicados a la información sobre ETA: que la bancada terrorista habría desaparecido si el nacionalismo no le prestara un apoyo intelectual y moral. En definitiva si la frase de Arzalluz no fuera tiste realidad: Unos menean el nogal y otros recogemos las nueces.
El asesinato de Ignacio Uría no sólo es reprobable porque sea cobarde y tampoco porque la víctima fuera simpatizante del PNV, sino porque es una canallada. Lo que se espera de los nacionalistas es que se sientan más cerca de los no nacionalistas, de los españoles, que de los asesinos, aunque con éstos coincidan en el mismo objetivo: la independencia de España. Por la independencia de Euskadi no vale un sólo homicidio.
Que es algo parecido a decir: espero que en tres meses el Lehendakari Ibarratxe siga diciendo lo mismo dentro de tres meses, y que sus dardos sigan destinados a los asesinos, aunque sean sus compañeros de viaje, y no a los españoles. Esa es la regeneración moral que necesitan los vascos, ese es el problema de los vascos... en la práctica.
El problema teórico ya lo he repetido demasiadas veces: el nacionalismo no tiene solución, porque no apela al Estado de derecho sino al tamaño del Estado. Pero el problema práctico es más importante, más primigenio, más original, más relevante. Porque es un problema moral.
Eulogio López
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