El director de El principio de Arquímedes, Gerardo Herrero, la presenta como una película sobre una historia demasiado posible. Y tiene razón. Lo que se cuenta en esta película es un retrato de vidas cotidianas.

    El principio de Arquímedes gira alrededor de dos mujeres en la treintena. Una de ellas ha llegado a triunfar profesionalmente pero su vida familiar se ha resentido. La otra, por el contrario, se siente frustrada en el ámbito laboral, lo que provoca que no disfrute plenamente ni de su hijo ni de su marido. En el fondo, ambas se envidian.

    Gerardo Herrero, como en otra película anterior suya, muy interesante, titulada Las razones de mis amigos, ha contado para el guión con Belén Gopegui. Esto ha dado lugar a una historia que puede hacer reflexionar sobre las metas que nos marcamos, sobre la agitada vida que llevamos que nos impide disfrutar de lo mejor de la existencia e, incluso, sobre la inseguridad laboral, tan habitual en nuestros días.

    Se le puede achacar a Gerardo Herrero el haber realizado una película demasiado lenta, plagada de diálogos demasiado literarios, pero El principio de Arquímedes sigue siendo un producto serio sobre la dificultad de compaginar vida familiar y laboral y sobre la honestidad que debe presidir las relaciones personales.