Todas las encuestas publicadas el pasado fin de semana apuntan a una duda sobre la mayoría absoluta del PP. Si no la lograra, es posible que ZP tratase de formar Gobierno con comunistas y nacionalistas, a pesar de haber reiterado su voluntad de conformar Gobierno sólo en el supuesto de ser la lista más votada. Si la aritmética parlamentaria lo permitiese, las presiones para alcanzar La Moncloa serían difícilmente resistibles. Los hechos cantan.
Así las cosas, las maquinarias electorales están al máximo de su capacidad. A las tradicionales caravanas, carteles y mítines se suman este año los mensajes por SMS y los "speaker corners". Se trata de unos escenarios sencillos, callejeros, bien montados, con un despliegue de megafonía profesional y parafernalia de fondo. Es una idea del PP, que lanza a sus afiliados a "mitinear" por las calles. En Madrid ya hay 25 de estos "speakers" en los que los militantes se foguean en el arte de la retórica.
Bueno, en realidad se entrenan en el hábito de la lectura, porque se ciñen a la lectura del discurso elaborado por los 'gobbelsianos' de Génova con himno del PP de fondo. Ya saben: "España va bien, cuidado que viene Carod, somos la única garantía de la unidad nacional". Todo ello aderezado de centro reformismo y patriotismo constitucional. Muy liberal, salvo que los discursos ya están cocinados y el debate político-social queda castrado. Ni que decir tiene que los viandantes siguen a lo suyo. Al fin y al cabo, a nadie le interesa un aburrido discurso político descafeinado y en estado comatoso. Arrancada la vida de la espontaneidad, el mensaje pierde la fuerza del emisor. Gobbels debería de reciclarse.