Las empresas extranjeras en Cuba funcionan como asociaciones de cooperación económica o "joint ventures", donde el Estado cubano participa en un 51% y el capital extranjero en un 49%. Actualmente, hay 403 compañías en este régimen, el 56% de capital europeo. España encabeza el ránking de compañías inversoras con 105 sociedades de capital riesgo en la isla, seguida de Canadá e Italia con 60 y 57, respectivamente.
Estas empresas incumplen los tratados de la OIT ratificados por el Estado cubano en materia de reconocimiento del derecho de sindicación y negociación colectiva. En el actual sistema, los trabajadores son escogidos de acuerdo a su fidelidad al régimen y no por su idoneidad profesional. Pero lo más grave: reciben menos del 10% de lo que la empresa paga por ellos, en una clara violación del artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La ONG holandesa, Pax Christi, denuncia que las empresas extranjeras están haciendo en Cuba lo que jamás se atreverían a realizar en sus países. Pero encuentra escaso eco. Los partidos de izquierdas siguen manteniendo la inercia de entender Cuba como el refugio de la revolución. Los partidos centro-reformistas entienden que el capital debe de adaptarse a las circunstancias políticas adversas. La opinión pública, en general, no termina de entender que en Cuba sigue existiendo una mísera cartilla de racionamiento, que la población pasa hambre y que el pueblo está sometido, permanentemente, al acoso de un poder político totalitario.
Sin embargo, algo está cambiando en Cuba. CCOO ha dejado de organizar sus campamentos de verano en la isla del terror. Manuel Simón (UGT) maneja la posibilidad de sumarse a la condena de la explotación laboral que sufren los trabajadores cubanos en la isla... y en la misma España.
El Partido Socialista se muestra incapaz de seguir manteniendo sus tradicionales lazos con el totalitarismo cubano. La presencia de Jesús Caldera en la manifestación convocada por Cuba en Transición es una muestra de ello. También el senador socialista Juan José Laborda se muestra sensible a los problemas laborales de los cubanos.
En el Partido Popular, sin embargo, la postura es mixta. Por una parte, la macrofundación FAES colabora en la organización de un seminario sobre Cuba con el Comité de Apoyo Internacional al Proyecto Varela. Además, el eurodiputado Juan Ignacio Salafranca ha apoyado directamente la nominación del líder disidente Oswaldo Payá al premio Sajarov 2003. Sin embargo, la postura del Gobierno sigue sin ser firme en relación a las empresas españolas en la isla.
El responsable de Internacional del PP, Jorge Moragas, cree que la preponderante presencia de la empresa española en la isla es estratégica. "Estaremos los primeros cuando se produzca la transición", señala. La misma embajada española en Cuba colabora mucho menos que la holandesa en apoyo a la disidencia de la isla. Olvidan que está comenzando un movimiento en el seno de la disidencia cubana dentro de la isla que plantea la posibilidad de exigir responsabilidades a quienes colaboraron con un régimen totalitario y explotador. Algo parecido a lo que ya está ocurriendo con las empresas que colaboraron con el "aparheid" sudafricano. "No me extrañaría que los españoles sean las primeras víctimas de la transición por haber colaborado en la explotación", asegura un funcionario de la embajada española en Cuba.
La actitud "comprensiva" con el régimen forma parte del rosario de incongruencias del capital respecto al régimen cubano. Estados Unidos promueve el boicot comercial, pero se convierte en el mayor socio comercial de productos primarios. Cuba condena el capitalismo norteamericano, pero demanda sus divisas.
La Unión Europea bloquea diplomáticamente al régimen castrista, pero sus estados miembros mantienen los subsidios a la exportación de productos nacionales a la isla. Unas subvenciones que en Holanda alcanzan el millón de dólares y cuya retirada haría inviable el negocio de 38 de las 40 empresas holandesas con intereses en la zona. Y, para colmo, la Unión Europea comisionó a Abel Matutes como interlocutor con el régimen castrista. El mayor empresario turístico negociando políticamente con la dictadura cubana. La zorra en el gallinero.