El presidente Obama ha puesto fin a los límites que Bush había fijado en 2001 a la investigación con células madre procedentes de embriones humanos. Aunque hasta ahora no se ha curado nada con éste tipo de células madre (y sí con otras que no requieren eliminar ningún embrión), Obama pone de manifiesto una vez más su pensamiento débil y lleno de agujeros.

Sr. Director:

Dice el presidente norteamericano que el Gobierno Bush "nos ha forzado a escoger, en un dilema que yo creo que es falso, entre ciencia rigurosa y valores morales. Ambos no son irreconciliables". No explica la falsedad del dilema, sólo dice esas frases solemnes que tan bien se le dan. Y añade: "los representantes políticos no deberían suprimir o alterar descubrimientos o conclusiones científicas o tecnológicas basándose en sus ideas o creencias(...). Como cristiano creyente, estoy obligado a ayudar a las personas que sufren". Estas frases son genialmente confusas. Por un lado parece que hay ideas y creencias que son cortapisas para la ciencia y otras (casualmente las de Obama) que no.

Por otro lado, si aplicamos al pie de la letra esa frase, el Doctor Mengele, que experimentó la tolerancia al frío que tenían algunos impermeables de la aviación alemana durante la segunda guerra mundial y que salvó así la vida de sus compatriotas, podría haberse defendido de sus críticos. Lo malo es que hizo los experimentos con judíos y algunos, claro, se morían. La diferencia es que todos los embriones destripados se mueren. Pero por lo demás, Mengele también lo hacía para ayudar a otros. Y con más eficacia que nuestros científicos. Y Obama sigue con el ejercicio de buenismo y tolerancia: "Muchas personas amables y decentes están en conflicto, o se oponen fuertemente, con este tipo de investigación. Comprendo su  preocupación, y debemos respetar su punto de vista". Obama ha explicado que se asegurará que el Gobierno establezca estrictas guías sobre el tema. Ejercicio de ingenuidad o de engaño porque la única manera de tener estrictos controles es poner un guarda jurado en cada laboratorio, algo irreal. No sé cómo lo hace pero este hombre se parece cada vez más a Zapatero.

Santiago Chiva de Agustín

santichiva@yahoo.es