El sabio utiliza palabras que todos comprenden, no abusa de la metáfora y casi prefiere la aliteración. Por contra, el frívolo -hoy llamado intelectual- utiliza palabras inextricables y alegorías retorcidas para decir cuatro tontunas. Vamos que en lugar de hablar de lo que pasa en la calle se refiera a lo que acontece en la Rúa.

Me he dado cuenta de esta verdad palmaria cuando ha caído en mis manos el Catecismo de la Suma Teológica, editada por Homo Legens, obra del dominico francés Pègues.

A Santo Tomás de Aquino, Tommy -como el calificaba Chesterton- hay que leerle con calma pero no se precisa diccionario. Se le entiende todo aunque no se comprenda nada. Y ahí es donde surge el dominico francés Thomas Pègues, quien en 1918, con una Europa diezmada por la I Guerra Mundial, publicó el Catecismo de la Suma, es decir, consiguió que a quien James Joyce calificó como la mejor inteligencia de todos los tiempos, el doctor angélico, le podamos comprender todos.

Y es que un catecismo es un diálogo -la genial obra del pontificado de Juan Pablo II, el Catecismo de la Iglesia Católica- prescindiera de la fórmula.

El diálogo, constituye, sin duda, la forma de enseñanza más perfecta para llegar a todos y cada uno, independientemente de la formación de cada cual. De ahí, el éxito histórico del teatro. El diálogo es la antítesis de la pedantería.

La obra editada por el catedrático Javier Paredes, constituye una de esas joyas editoriales que nadie debería perderse.

A partir de ella pueden adentrarse -lo he hecho hasta yo- en el mundo mágico del Aquinate, en la total ausencia de magia, siempre maligna. Podemos comprender las claves de la exposición tomista, la que desentraña la realidad, explica el sentido de la existencia y te hace expresar esas palabras definitivas: ¡Ahora lo entiendo! O bien aquellas otras, paralelas: Así que era eso.

Les cuento mi experiencia personal. Llevo 25 años dedicado al periodismo económico, he leído decenas de libros, centenares de informes y miles de artículos pero donde más ciencia económica aprendí fue en el Santo Tomás de Aquino explicado por un periodista, Chesterton.

No lo duden: si de un resumen sobre teología, fue donde más aprendí, el genial Chesterton supera a todos los tomistas yendo a la esencia de una de las mentes más preclaras de la humanidad. Porque por su profundidad y sencillez de Tommy es fácil hacer síntesis pero condenadamente difícil resumir lo que defiende. 

Ahora, con el catecismo, no sólo entiendo a Tommy sino que, además, sitúo cada punto en su casilla del rompecabezas. 

El Catecismo de la Suma llega a España. Homo Legens y su editor, Javier Paredes, se merecen la más sonora enhorabuena. Puede que el modernismo haya laminado toda forma de sabiduría primera en nuestro país. Si así no fuera, y espero que no sea, estaremos ante un completo best seller. Si no

Eulogio López

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