Durante el mes de junio, 14 personas perdieron la vida en el seno del hogar. De ellas, 10 eran mujeres (71%) y 4 eran hombres (29%). Sin embargo, no todos murieron a manos de sus parejas. Una mujer murió a manos de su descendiente y otra más lo hizo a manos de su ascendiente. También un hombre fue asesinado por su descendiente y otro encontró la muerte con la autoría de "otro pariente".

 

De las ocho mujeres que murieron a manos de sus parejas, 6 fueron asesinadas por sus maridos, una por su compañero sentimental y otra por su ex novio. En cuanto a los varones, uno fue asesinado por su mujer y otro por su pareja sentimental. Todos estos datos son compilados por el Instituto de la Mujer, aunque, sin embargo, en su página web ya no se publican las cifras de varones fallecidos a manos de sus mujeres (20%), sino tan sólo los datos de mujeres muertas a manos de sus parejas. Quizás con este ejercicio de "transparencia" quieran apuntalar la tesis defendida por el Gobierno para justificar la discriminación positiva en materia penal en la Ley Contrala Violencia de Género.

 

Pero la realidad -de la que les hemos ido informando mes a mes- es que la violencia doméstica es más amplia que la violencia de género y que las mujeres fallecidas a manos de sus maridos supusieron, en el mes de junio, el 58% del total de muertes en el seno del hogar. Un porcentaje muy elevado y trágico, pero no único. ¿Por qué el Gobierno no plantea medidas de choque globales? Quizás porque la ideología feminista que dirige las actuaciones del Instituto de la Mujer impide ver la realidad. Y si la ve, la descuelga de su página web.

 

Pero, vayamos a las denuncias. En el acumulado del año 2004 hasta el mes de junio, las mujeres fueron víctimas de 18.301 delitos frente a los 1.668 presentadas por los varones, lo que supone un 8,35% del total. En cuanto a las denuncias por faltas, los hombres fueron víctimas en 2.951 ocasiones frente a las 8.768 de las mujeres. Es decir, los hombres sufrieron el 25% de las faltas.

 

Como ya hemos informado en alguna ocasión, nuestra pretensión con la publicación de esta cascada de cifras no es avivar la "guerra de sexos", sino informar sobre una realidad compleja que exige superar el enfoque marxista de conflicto hombre-mujer para encontrar soluciones reales. Porque hombres y mujeres somos distintos, pero semejantes. No somos antagónicos, sino complementarios. Y sólo desde una educación en la diferencia se podrá afrontar con mayor eficacia el drama de la violencia doméstica.