Es evidente que las relaciones entre el gobierno español e Israel no pasan por su mejor momento. El embajador de Israel en España, Victor Harel, ha llegado a afirmar que no mantienen peores relaciones con ningún gobierno europeo que con el Ejecutivo Zapatero. No conviene olvidar ni el pañuelo palestino ni la airada amonestación de Moratinos al líder de la comunidad judía en España.
Así que nada mejor para limar asperezas que la concesión de la nacionalidad española a 30 miembros de la comunidad de judíos sefardíes: 18 de nacionalidad turca y 12 de nacionalidad venezolana. Todos alegan y han demostrado estar vinculados a España por su pertenencia a la comunidad de judíos sefardíes, "con el consiguiente reflejo cultural en sus costumbres y el mantenimiento del idioma español", apunta la nota oficial.
Eso ocurrió el viernes. Y el mismo viernes, el embajador de España en Líbano, Miguel Benzo, fastidia el buen clima de entendimiento con unas declaraciones en las que sugiere que quizás haya sido Israel quien esté detrás de los ataques que costaron la vida a 7 militares españoles en el Líbano. Por su parte, Hezbolá ha afirmado que está investigando quién mato a los soldados españoles. Y tiene su aquel, porque el jeque Hassan Nasrala había amenazado a la ONU por considerarla una fuerza antilibanesa.
En fin, que las cosas siguen revueltas en Oriente Próximo. Todos los informes de Inteligencia apuntan a una posible guerra para este mismo verano entre Israel y Siria. Y España tiene que posicionarse. O con el pañuelo palestino o con Israel. De momento, tenemos gestos contradictorios.