El Gobierno socialista ha aprendido mucho de sus fracasos en su proyecto por colocar a hombres que considera próximos al frente de las grandes empresas privatizadas, y cesar a los nombrados por el Partido Popular. Aprendió, sobre todo, del fallido intento de fusionar Endesa, Gas Natural y Aguas de Barcelona. Por ejemplo, ya no trata de colocar de manera burda a antiguos altos cargos del Felipismo, deseosos de medrar en el mundo empresarial, como Narcís Serra, Juan Manuel Eguiagaray o Carlos Solchaga. Ahora empiezan a comprender que hay que respetar los Estatutos de cada empresa y las exigencias de los mercados financieros. De esta forma, el grado de arbitrariedad se reduce, aunque el proyecto no se abandona.

En esta línea, la próxima semana va a ser vital en Telefónica. Por una parte, el miércoles 24 hay Consejo de Administración. En el Ministerio de Industria, una de las claves de los recambios empresariales, están empeñados en que en ese Consejo se introduzca a los ex ministros de Felipe González, Carlos Solchaga y Claudio Aranzadi. El asunto tiene su enjundia, porque Carlos Solchaga trabaja en alimón con el propio Felipe González, y Felipe González es el asesor de Carlos Slim, el principal competidor de Telefónica y el hombre más rico de toda Hispanoamérica desde su sillón presidencial en Telmex.

En cualquier caso, lo de Solchaga y Aranzadi no deja de ser una cuestión menor. Hay asuntos mucho más importantes. En otras palabras, el PSOE considera que posee en Telefónica una serie de activos llamados a ser utilizados en el momento oportuno. El primero es Luis Lada, consejero de Telefónica y fundador de Telefónica Móviles. Probablemente, el propio interesado no lo sepa, pero en el Gobierno, y en especial en el Ministerio de Industria, le consideran uno de los nuestros. Hablamos del Ministerio de Industria y no por casualidad. El secretario de Estado de Telecomunicaciones, Francisco Ros, aún no se ha sacado la espina de su cese fulminante en Telefónica. Ros trabajaba en Telefónica Internacional y sigue pensando que le echaron con tan sólo medio año de indemnización (los directivos de Telefónica cobran tres años de salario) por el mero echo de ser amigo de Iñaki Santillana, antiguo presidente de Telefónica Internacional, hoy  en el Grupo Prisa. Ros se lleva bien con César Alierta, pero eso no basta.

Otro de los hombres que el PSOE considera de los nuestros es Guillermo Fernández Vidal, otro veterano de la Casa. Fernández Vidal tiene despacho en la planta 9ª de la sede social de Telefónica, en la madrileña calle de Gran Vía. Es decir, en la planta de los elegidos. De él dependen TPI, Endemol y la división de contenidos que lleva Luis Blasco.

En estos momentos, César Alierta está de viaje por Iberoamérica. Regresa para el Consejo del día 24 y vuelve a partir. Es decir, que va a hablar mucho por teléfono la próxima semana.