Las ediciones digitales de la prensa escrita conforma así una patronal que se topará con los mismos problemas que afronta -y que nunca ha sabido solucionar- desde la llegada de la red. Por una parte, la canibalización informativa; por otra, el hecho de que una página de publicidad en la edición digital de El País vale la centésima parte de otra en papel, a pesar de que la primera suele ser más leída que la segunda. Y si no, pues la prensa se hundiría aún más deprisa que ahora mismo.
Al mismo tiempo, los grandes han intentado convertir su espacio electrónico en soporte de informaciones y el de papel en análisis. En definitiva, los .es son agencias, pero el lenguaje de agencia no influye, y los medios informativos son, antes que nada, influencia.
No, por mucho que se una el oligopolio para sobrevivir, el periodismo del futuro es el denostado periodismo independiente de la red, y en especial los llamados confidenciales. Llamados de mala forma, aunque en Hispanidad siempre nos hemos enorgullecido de la denominación. Y son el futuro por dos razones:
1. Por una razón de lenguaje. La objetividad periodística, identidad de la prensa-papel se ha ido al garete, y justo tras alcanzar la cumbre se precipitó al vacío. Ahora ya sólo la defienden quienes intentan controlar el pensamiento -pongamos Juan Luis Cebrián o Pedro J. Ramírez- y las facultades de periodismo, entes que se caracterizan por caminar con un cuarto de siglo de retraso (los más avanzados).
La Red ha impuesto un estilo coloquial que, con todos sus problemas, entre ellos, la falta de rigor, frente al formalismo objetivista, que informa a pocos de bien poco.
2. Encima, los medios han caído en lo políticamente correcto, es decir, han caído en el pensamiento débil. Hay medios progres de izquierda y medios progres de derecha, y el relativismo de los primeros aburre no menos que el de los segundos. Es como estar comiendo siempre gelatina, con la mente abierta a todas las ideas y con el corazón cerrado a todas ellas. Y sabemos que mantener la mente abierta es como mantener la boca abierta: un signo de estupidez.
O sea, ¿que dice usted que los denostados confidenciales son el periodismo del futuro? Sí señor, eso he dicho. Por ahora, el oligopolio les castiga con el silencio, pero ocurre lo mismo que con la prensa porno durante los años ochenta: eran muchos los que la leían y muchos los que la negaban (Ya saben: Interviú se compraba para leer los artículos de fondo de don Emilio Romero).
Pueden constituir todas las patronales que quieran que, al final, se destinarán a aquello de lo que acusan a la prensa independiente: de chantaje. Chantajearán a los ricos exigiéndoles dinero y chantajearán a la prensa independientes condenándolas al silencio y colaborando en la campaña de calumnias, de amenazas y de querellas. Pero, al final, David, no lo duden, vencerá a Goliat. De hecho, los confidenciales tienen mucha más influencia ahora mismo, que los punto.es y amenaza la primacía de la prensa escrita tradicional.
El futuro no es Internet, sino la prensa independiente de Internet. Por fondo y por forma, por pensamiento plural, alternativo, y por un lenguaje que pretende acabar con la feroz hipocresía de la objetividad periodística, la que venden los periodistas sesentones y los editores ricos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com