Pero Johnson era un vulgar, ordinario, primitivo y un poco tonto. No, a la gente no se le debe coger por los testículos, cosa fea, sino por el bolsillo. Y no hablo de los que ambicionan el dinero para su propio beneficio, sino también para los que buscan el dinero, esto es, la subvención, para hacer el bien.
Decía Félix Rodríguez de la Fuente que Dios perdona siempre, el hombre algunas veces, la naturaleza nunca· Pues bien, plagiémosle: Dios lo da todo gratis, el hombre, los particulares, sólo algunas veces, el Estado jamás.
Recientemente, he participado en una reunión de organizaciones cristianas con preocupaciones sociales. Al fondo de estas reuniones (que, generalmente, tratan de defender principios sociales de razón cristiana, tales como el derecho a la vida, la dignidad de la familia natural, la libertad de educación, la apertura al inmigrante o la justicia social), siempre late la curiosa situación española (y me temo que empieza a ser cada vez más hispanoamericana): ¿Tenemos pueblo católico? Sí. Lo que faltan son líderes e instituciones católicas.
Personalmente, he llegado a la conclusión de que resulta simplemente imposible coordinar la labor de los cristianos en la vida pública, razón por la cual se repite el viejo ejemplo del cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela: Si trajéramos a un japonés afirmaba- que no supiera nada de España, le encerráramos en un hotel y no le dejáramos salir a la calle, le atiborráramos de medios informativos durante un semana y, finalmente, le repatriáramos ¿concluiría que había estado en un país donde la inmensa mayoría se confiesa cristiana y donde una cuarta parte del país pierde una hora todos los domingos en algo tan humanamente aburrido como ir a misa?
¿Cuál es la razón de esa falta de articulación (vertebración, diría Ortega) del catolicismo en la vida pública? Pues, las subvenciones. Al parecer, el cristiano español está dispuesto a dar la vida por Cristo, pero no la cartera. De ahí, que todas las iniciativas, tanto políticas como asociativas o mediáticas, topen con el mismo problema: cuando se quiere montar algo, por mínimo que sea, se recurre a la subvención.
Y ahí entra el Estado, sea del color político que sea. Si el Gobierno es de derechas, conservador, liberal, en definitiva, aquellos a los que se supone (erróneamente) de impronta cristiana, entonces peor, porque el Estado nunca da nada a cambio de nada: el Estado te quiere coger por el bolsillo, agarradera mucho más eficaz, y no menos dolorosa, que la de Lyndon Johnson.
Pasando de lo abstracto a lo concreto. El Gobierno Popular de José María Aznar era acusado por la progresía de mantener estrechos lazos con la Iglesia. Pues bien, lo cierto es que los datos, en frío, dicen que durante los ocho años de Gobierno Aznar se multiplicaron el número de abortos en España, sin que el Gobierno moviera un dedo, simplemente por hacer cumplir una ley ya de por sí aberrante. Con el PP llegó a España el aborto químico y para menores, con la aprobación de la píldora abortiva y la píldora post-coital. Con el PP, no se movió un dedo en apoyo de la estabilidad de la familia o del traspaso a los padres del control sobre la educación de sus hijos. Durante el periodo del PP, se entronizó la telebasura, se mantuvieron cerradas las fronteras a los inmigrantes, y se mantuvo el mismo espíritu rácano a la hora de conceder licencias a radio y televisión de origen cristiano, etc
Pero, eso sí, el PP cuidó ofrecer a los líderes sociales cristianos (en definitiva, a algunas asociaciones familiares, a los colegios concertados, etc) alguna que otra subvención, no mucho, porque las mejores mamandurrias no son las que se ofrecen a un colectivo, sino las que aseguran la vida a los dirigentes de esos colectivos: más eficaz y más barato. Así, les tienes cogidos por el bolsillo y por cualquier otra parte de su fisionomía o de su indumentaria.
Propósito de enmienda. Toda asociación, medio informativo o partido político (las tres bases de la influencia social) de origen cristiano debe acostumbrarse a vivir sin ninguna subvención pública, por inocente que parezca. No voy a citar el nombre, porque no es cuestión de tirar piedras contra el propio tejado, pero resulta descorazonador contemplar cómo el hombre que ha logrado crear, en mi opinión, el movimiento social cristiano más importante de las últimas décadas ha acabado trabajando para un organismo, que vive de la subvención pública de un Ministerio. Como para enfrentarse al ministro en nombre de esos principios cristianos Está cogido, y bien cogido, por la subvención que recibe, por el bolsillo.
Ya es hora de que la Iglesia se divorcie del PP. La Iglesia no tiene ninguna obligación de darle cobertura social al PP, entre otras cosas porque el PP sólo puede darle cobertura política, y la Iglesia no se dedica a la política.
Eulogio López