Lo de los "católicos no practicante" siempre me recuerda esas encuestas en las que, indefectiblemente, son muchos mas los que creen en Cristo que en Satán, y mucho más los que aceptan el Cielo que el infierno. Tiene toda la razón: ojalá existiera sólo el Cielo.
Porque claro, el único consuelo de este valle de lágrimas es saber que el hijo de Dios se ha dejado matar para sacarnos del susodicho valle y, ya de pronto, mejorar nuestra condición actual. Sin este detalle nimio, la existencia no tiene sentido y sólo caben dos opciones: la de los listos, consistente en suicidarse, y la de los tontos, la de deificar al hombre. No catalogo esta última opción como necia por ser la que el presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, confiesa en su biografía autorizada, sino porque, el hombre-ídolo no es más que una variante del hombre-esclavo.Así que creer Cristo y no tratarle, creer en Cristo y rechazar a sus sucesores y vicarios, amar a Cristo y contradecir todo lo que él predicó y enseñó... es quedarse con el Cielo y negar el infierno. Comprendo la postura, pero no deja de ser la política del avestruz. Al final tengo para mí que los católicos no practicantes pueden ser juzgados con más severidad que agnósticos ateos y paganos, por dos razones: no son ni fríos ni calientes y, en segundo lugar, el fiscal podría preguntarles: Si tu creías en Cristo, ¿por qué le despreciabas? Por si alguien alberga duda, lo que quiero decir es que un católico no practicante puede ser practicante, pero nunca católico. Lo del muchacho Lutero nos ha servido para dejar claro que la fe sin obras es una fe muerta... no porque las obras necesarias para la salvación, que lo son. Sino porque una fe sin obras acaba por no creer.
Digo todo esto, porque Público, el último aparato de Propaganda de ZP nos acaba de de informar que, según un muy sesudo estudio de opinión, los católicos no practicantes están dispuestos a votar al PSOE. Es el titular que necesitaban en Moncloa, convencidos -que no salga de la provincia- de que aunque España haya dejado de ser católica -un axioma que nadie osaría discutir- todavía lo que digan los obispos católicos pude influir en el voto de esos que no son católicos. Por favor, no se me pierdan.
Y es que lo del pasado día 30 de diciembre no fue más que un acto de sinceridad por parte de la Jerarquía. Los obispos dijeron entones lo que siempre han dicho, sólo que llevaban un tiempo sin decirlo había cerca un periodo electoral y, lo más importante, lo dijeron ante centenares de miles de personas con lo que demostraron que España, aunque ZP se empeñe en ello... no ha dejado de ser católica. Es más, el comunicado de la Conferencia Episcopal del jueves 10, publicado horas después de que esa mujer de buena voluntad que es la vicepresidenta Teresa Fernández De la Vega, no entra en el fondo de la cuestión, la manifestación sí que entró. Si mañana el Gobierno Socialista suprimiera el aborto y defendiera la familia formada por un hombre y una mujer comprometidos y la apertura a la vida que ello conlleva, no duden que la Jerarquía eclesiástica aplaudiría con ganas la medida y que, siguiendo el rebufo de ese aplauso, muchos católicos -de los practicantes- votarían al PSOE. Creo que, ahora mismo, los obispos deberían aprovechar la campaña de insultos de los socialistas para reafirmar la doctrina cristiana sobre la vida y la familia. Es el momento idóneo, en defensa de la familia, esa célula de resistencia a la opresión, y en aras de la liberad de expresión.
Pero lo mejor es el titular de El País. Comparado con el diario de los Polanco, el de Jaume Roures come con los dedos, por lo que el más peligroso, por mucho más hipócrita, es El País. Ojo al dato: "El Ejecutivo y la Iglesia mantienen su pulso cargado de reproches". ¿De qué pulso hablan? Janli Cebrián convierte en "un pulso" la catarata de descalificaciones del PSOE -el jueves le tocó el turno a De la Vega-, mientras los obispos callaban. Y es que en la Plantación Polanco, las bodas siempre se ha mirado hacia otro lado. En El País -y en El Mundo- no hay católicos no practicantes sino practicantes no católicos, dedicados a pinchar, no a los que no son como ellos, sino a los que son como ellos no pueden ser. Buena gente.
Eulogio López
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