Más o menos ya tenemos el cuadro completo del desplante hispano a la Boda Real.Vicente Fox no vino a la boda de SAR Felipe de Borbón y doña Letizia Ortiz porque no le dio la gana. El chileno Ricardo Lagos advirtió que su madre cumplía años (ha superado los 100) y no era cuestión dejarla sola. Kirchner, como es sabido, le envío dos caballos criollos al presidente francés Jacques Chirac por la boda de su vástago, pero al heredero al trono de España le envió un salero y un pimentero de plata, ("un regalo curioso", advirtieron en La Zaruela). Eso sí, a cambio se cabreó mucho de que el asunto saliera a la luz. Todavía hay polémica y chascarrillos en la Argentina.

 

El peruano Cholo Toledo tampoco acudió, pero el más simpático de todos fue el presidente uruguayo, Jorge Batlle, quien advirtió: "No tengo dinero para volar a España ni para pagarme la estancia". Una disculpa genial, como alguien dijo, como para "alquilar balcones". Pero lo más significativo fue lo del brasileño Lula da Silva, Premio Príncipe de Asturias, quien consideró ineludible un viaje a Chile.

 

Por cierto, a lo mejor los hispanos piensan algo distinto a sus gobernantes, porque la boda fue un éxito de audiencia en toda Iberoamérica, muy especialmente en la Argentina.

 

Tampoco Europa quiso hacerse presente más de lo necesario para no provocar cabreo oficial (sólo oficioso). Y todo esto recuerda la parábola evangélica de los invitados a la Boda, sólo que aquí no podemos enviar a los ejércitos para arrasar a los soldados. Están descansando de la aventura iraquí.