Jean-Claude Trichet no baja los tipos de interés (4,25%) porque a él sólo le importa la inflación. Al tiempo, se lo pone más difícil a los bancos de la Eurozona para prestarles dinero, estando, como estamos, en una crisis de liquidez, con los tipos al 2% en Estados Unidos.

Dejemos a un lado la estéril batalla entre sobre si es correcto que el BCE se dedique exclusivamente a la inflación sin preocuparse, como la Reserva Federal, por el crecimiento. También debemos dejar a un lado el debate sobre las causas de la crisis, y con ellas de la ‘estanflación'. E incluso si el precio oficial del dinero, en un Occidente chantajeado por la OPEP y por los productores de gas, con Rusia al frente, debe preocuparse mucho de la política monetaria, cuando la inflación viene de fuera.

Ahora sólo me ceñiré a la obsesión del BCE por reducir la liquidez en un sistema financiero sin liquidez. Según los oráculos de Francfort, hay que reforzar las buenas prácticas bancarias, y si alguien se queda por el camino que se quede.

No me parece mal, porque la banca, como cualquier organismo debe cobrar. Ahora bien, castigar a las entidades sin discriminar entre una banca como la española, por ejemplo, dedicada al negocio universal y otra banca, como parte la británica, toda la norteamericana, o buena parte de la alemana, causante de la crisis por su obsesión especulativa.

Por otra parte, ¿quién ha dicho que al famélico hay que rogarle que se ajuste el cinturón? Las bolsas europeas han caído hoy por contagio de Wall Street, pero también por las decisiones y declaraciones de Trichet. En circunstancias normales, un BCE duro con los precios, rígido con los tipos, debería haber provocado el efecto contrario en los mercados.

Lo que ha ocurrido debería hacer reflexionar, incluso a Trichet.

Eulogio López

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