El asunto viene firmado por grupos de difusión del evangelio de Google, que para todo ha de servir el buscador más famoso de la WWW. Me gusta: es una relación entre las sagradas escrituras y la apertura al inmigrante, al extranjero. A veces la relación, digamos documental, está un poco forzada pero no olvidemos que rigor y profundidad a veces no van unidos. Estén o no forzadas las relaciones, lo cierto es que del Evangelio se infiere la necesaria universalidad de la Iglesia y la exigencia de la caridad cristiana de atender al extranjero incluso si huele mal- con los brazos abiertos.
El asunto vine al pelo en el mundo hispano, donde 50 millones de personas, entre legales e ilegales, piden que se les trate como a tales en la primera potencia del planeta. Y es que el futuro del mundo hispano se juega no en España ni en la Argentina ni en México, sino en los Estados Unidos, donde ya conocen a los hispanohablantes como el gigante dormido. La clase dirigente de una potencia mundial forjada gracias a los inmigrantes duda ahora en si aceptar o rechazar esta nueva vuelta de tuerca migratoria que, además, es fruto del mestizaje entre españoles e indígenas americanos. La civilización anglosajona no colonizó uniéndose a los aborígenes: los exterminó y sustituyó. Por contra Portugal, y, sobre todo, España, produjeron una nueva raza, porque los colonizadores se unieron, matrimoniaron con los naturales de aquellas tierras. Habrá que insistir: existe la raza hispana, mezcla de íberos e indios, pero no existe la raza anglo-norteamericana, ni la anglo-india, ni la franco-magrebí. El capitalismo insiste en compara la riqueza norteamericana frente a la pobreza hispanoamericana, pero eso pasa en todos los procesos sociales y económicos: cuesta más fusionarse en igualdad que absorber al chico o simplemente quitarle de en medio.
En España está ocurriendo algo similar: llegan los hispanoamericanos por millones y, a pesar de su pobreza, de su menor cultura y de la fuerte influencia moral norteamericana mucho más fuerte que la española desde hace 200 años-, son una sociedad joven, que tiene hijos y dispuesta a trabajar más duro que nosotros para salir de la miseria en una Europa anciana y anquilosada, a la que le sobra dinero y le faltan ganas. Y encima, a pesar de la escasa formación doctrinal, los hispanos proceden de un universo católico.
Esta es la razón de que en Estados Unidos les preocupe tanto la inmigración hispana, más de lo que haya podido provocar la inmigración italiana, irlandesa, china o japonesa. Tanto republicanos como demócratas han caído en el elitismo, y así, el gobernador Schwarzenegger pide que se dispare contra los espaldas mojadas. Duda, entre la legalización los aproximadamente- 13 millones de hispanos ilegales que trabajan en Estados Unidos o una legislación más restrictiva. Lo que está claro es que no puede vender su Zona del Libre Comercio (el ALCA) para toda Iberoamérica, al tiempo que cierra las fronteras a los trabajadores hispanos.
En cualquier caso, el único líder mundial en hablar de fronteras abiertas fue Juan Pablo II. Lo católico es la libre circulación de personas y la apertura al inmigrante, aunque huela mal. Después de todo, nadie ha dicho que el Cristianismo sea una doctrina cómoda, ¿verdad?
Eulogio López