Comprendo a Salvador Sostres aunque no le comparto. Porque Sostres no merece ser disculpado por pretender disculpar a la bestia que asesinó a su mujer embarazada –doble asesinato-. Creo que tampoco lo pretendió. Pero sí merece ser alabado por denunciar la hipocresía progre de Bibiana Aído, de sus compañeros del periódico El Mundo y de la ministra de Sanidad, Leire Pajín. Sostres ha escrito un artículo exento de sensibilidad a la hora de censurar a la bestia que ha cometido el crimen y encima se ha vanagloriado de ello en Internet, pero sí ha mostrado capacidad para comprender la raíz de esa bestialidad. Lo que hizo el rumano no es justificable en ningún caso pero si es entendible, que no comprensible, porqué se está generalizando la injusticia contra el varón y la degradación de la propia mujer.
La violencia contra la mujer la genera la propia legislación presuntamente promulgada en defensa de la mujer pero que le ha convertido en su víctima, especialmente la ley contra la violencia de género. El miserable rumano debe ser castigado porque ha asesinado a dos seres, no sólo a la madre, insisto, sino también al hijo, a su propio hijo, pero Sostres tiene derecho a preguntarse por qué este miserable cometió tamaña bestialidad.
Por otra parte, está la hipocresía del aborto, cuyo exponente principal es la zapaterista Leyre Pajín y su secretaria de Estado, Bibiana Aído, quien asegura que el que no lucha contra la violencia sobre la mujer está facilitándola. Y es cierto pero lo dice ella, quien impulsa con entusiasmo el aborto, la matanza de inocentes, más inocentes incluso que las mujeres asesinadas por su pareja y sin duda, más indefenso.
La hipocresía más flagrante consiste en que los redactores de El Mundo soliciten a su director –y éste, sensible Pedro José, acepte- que Sostres sea condenado al silencio por no mostrar sensibilidad hacia un crimen que ha provocado la muerte de 74 mujeres (no se habla de la violencia de la mujer frente al varón pero dejemos eso) cuando no se habla de un Gobierno y una clase política, también el PP, que no sólo promociona y anima, sino que exculpa, posibilita y financia el asesinato de 120.000 niños por año. 120.000 homicidios masacrados por sus propias madres.
Pero hay más. Insisto en que es el feminismo quien provoca la violencia machista. Nada justifica a quien pone la mano encima a una mujer, porque a la mujer, según el viejo adagio castellano, no debes tocarla ni con el pétalo de una rosa, pero es cierto que el varón se siente acosado por una legislación injusta de raíz, que pone en manos de la mujer todo el poder del Estado para vengarse de su pareja, especialmente a la hora de la separación que, no por casualidad, esta en el origen de casi todos los casos por violencia de género. La prueba está, y lo sabemos todos, en que mujeres y abogados sin escrúpulos, mienten sistemáticamente sobre la violencia de género en casos de divorcio. Basta con que invoquen, falazmente, que han sido agredidas para que los jueces, es decir, el Estado, prive al padre de sus hijos, de todo su patrimonio y le condene a la soledad, la miseria y la ignominia pública. Utilizando de forma espuria, pero legal, toda la fuerza del Estado.
La prueba del nueve en el caso Sostres: la fiscalía –por pura casualidad, la fiscal- ya está trabajando para imputar a Sostres, no ante el tribunal del juicio intelectual y moral, sino en los tribunales de la Administración de justicia, que no aplica la ley natural sino el Boletín Oficial del Estado, en este punto bastante inicuo. En el caso de la violencia machista, se trata de jueces y juezas –por pura casualidad- inicuos aplicando leyes inicuas.
En el colmo de la vileza, también conocida como mala leche, esas mujeres y sus abogados/as feministas, aducen violencia psicológica cundo es sabido que, si de psicología hablamos, la mayor violencia la ejerce la mujer sobre el varón, no al revés. Lógico, dado que cuando se declara la guerra –y ésta es guerra civil, la más cruel de todas, cada parte elige sus mejores armas y las utiliza sin misericordia alguna: el hombre, su fuerza bruta; la mujer, su capacidad para hacer daño… psicológicamente.
Y en el ambiente en que nos movemos, nos encontramos con una mujer desamorada, por desamorada, degenerada, por degenerada, desquiciada. Supongo que, por este artículo, Hispanidad también será perseguida legalmente: ya lo han intentado y volverán a hacerlo.
El rumano es un asesino doble pero Sostres no debe ser censurado por escribir lo que todos pensamos y callamos, aunque lo políticamente correcto nos lleve a callar y a no enfrentarnos a la atmósfera imperante. Ahora nos toca enfrentarnos al feminismo políticamente correcto y legalmente armado, que ha provocado la batalla global más estúpida que conociera la historia: la guerra de sexos.
Nada hay más distinto al hombre que la mujer y nada más distinto a la mujer que el hombre. Así nos ha creado Dios, y es estupendo, porque hombres y mujeres somos tan distintos como complementarios. No podemos olvidar que el feminismo, al romper con ese principio intocable, se ha convertido en lo contrario del machismo y aún más homicida y liberticida que él. El feminismo, además, siempre acaba en lesbianismo. De ahí la alianza, archilógica, entre el lobby feminista y el lobby gay, convertidos hoy, no sólo en dos de los principales y más atrabiliarios enemigos de la Iglesia, sino también en enemigos de la humanidad entera.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com